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Las intensas lluvias dejan las primeras riadas en León: la carretera de Vegacervera anegada y el Omaña, colapsado

Además del río Omaña, en alerta naranja, hay varios puntos de la provincia en situaciones complicadas por el caudal de los ríos

El río Omaña y sus riberas está considerado como Lugar de Interés Comunitario (LIC). DL

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AGENCIAS
León

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Las intensas lluvias en León y Palencia, derivadas del temporal Kirk, dejan a estas horas dos estaciones en nivel rojo y cinco en naranja en siete ríos de la Cordillera Cantábrica, en ambas provincias, según informó la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) a través del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH). En León, la peor situación se ha dado en las Hoces de Vegacervera, donde el río Torío ha inundado la carretera, y en el río Omaña.

Este episodio de avenidas está marcado por un incremento de caudales en la cuenca. A esta hora se encuentran en nivel rojo los ríos Resoba, en la localidad del mismo nombre, y el Rivera, en Ventanilla, ambos en la provincia de Palencia. Mientras el primer tiene tendencia descendente, el segundo va in crescendo.

Además, están en nivel naranja otros cinco ríos. Se trata del Carrión, en Triollo, el Cardaño, en Cardaño de Arriba, el río Castillería, en la localidad de Vañes, y el Rubagón, en Menaza, todos ellos en Palencia. Se les suma el río Omaña, en Castro de La Loma, en León.

Por último, otros siete puntos de medición de caudales se encuentran en riesgo amarillo, con margen de aumento de los caudales. Es el caso de los ríos Besandino, en Besande; el Omaña, en Las Omañas; el Remolina, en la población del mismo nombre; y el río Yuso, en Boca de Huérgano, los cuatro en la provincia de León. También, el Carrión, en Guardo; el río Monderio, a su paso por Monderio; y el Tersa, en Puebla de Sanabria, que es el único fuera de las dos provincias anteriores y cuya tendencia está estable.

La CHD recordó que los tres partes de avenidas que, como mínimo, emite de forma diaria, se traslada a los servicios de Protección Civil y a otros organismos para su conocimiento, también aguas abajo, por lo que la vigilancia debe extenderse a todo el cauce.

Dentro del protocolo que marca el Inuncyl, una vez que se declara la fase de alerta, corresponde a la Administración autonómica adoptar medidas preventivas para minimizar todo lo posible los daños humanos, medioambientales y/o materiales que se pudieran producir, así como alertar a la población y entidades locales afectadas a través de sus canales de comunicación.