Obituario. José Luis Pérez Soto
Las mil sensibilidades de un hombre bueno
Bonhomía a raudales para estar siempre al servicio de las tareas de Cáritas y de la Asociación Leonesa de Caridad, sin miedo siquiera al covid, que afrontó tomando la temperatura a quienes llegaban al comedor en los momentos más duros de la pandemia. Amor por la naturaleza desde el alma de un biólogo enredado en el desempeño del periodismo deportivo. Entrega sin límite para esgrimir las armas de los Amigos del Mocho en la limpieza de ríos y espacios naturales. Sensibilidad comprometida en su León de origen y en su Calpe de destino para implicarse, más allá del canto, en la Cappella Lauda y en la Coral Ifach, que presidió en los años de la pandemia y a la que empujó a ir más allá, ensayando y dando conciertos con mascarilla. Incansable del medio ambiente, de los deportes, del canto, sin complejos en la tauromaquia, deportista y entusiasta hasta el límite. Y miembro de la Cofradía del Santo Cristo de la Expiración y el Silencio. Capaz de un último guiño a la vida, al decidir lucir su inseparable gorra en el ataúd.
La eterna sonrisa de José Luis Pérez Soto (León, 1953) se apagó a última hora de este sábado en el Hospital de Denia, charlando hasta el final con su inseparable Camino (nuestra Camino Gallego). Luchó contra el cáncer de pulmón con ánimo y entereza, como hizo con tantos obstáculos en la vida, pero a este no pudo ganarle el segundo asalto.
Pérez Soto lidió con la información deportiva de la provincia desde Diario de León durante diez años, entre los setenta y los ochenta; y participó en la fundación de La Crónica, mientras colaboraba en varias publicaciones deportivas. Ese fue su mundo, también en los 21 años en los que ejerció como periodista en la RTVE de Castilla y León. Amante del balonmano, cuanto se movía alrededor del deporte despertaba su interés. Una curiosidad inagotable por tantos aspectos de la vida que el tiempo se le quedaba corto para volcarse en la miríada de aficiones y devociones en las que derramó sin medida su charla siempre amable, su entusiasmo motivador, su compromiso también en los aspectos menos lúdicos de los proyectos, tantos, en los que se embarcó a lo largo de una vida rica para él, y para todos cuantos encontró en su camino.
Descendiente de Belorado, a cuyas fiestas y celebraciones no faltó mientras se lo permitieron las fuerzas, José Luis Pérez Soto no sólo supo disfrutar y aportar a cuantas aficiones y causas siguió y defendió, sino que consiguió transmitir y compartir su entusiasmo limpio, sin estridencias.
Descansa ahora en paz. La que contagió a los demás en vida. Pronto volverá a León. Y permanecerá para siempre en nuestro recuerdo.