La demanda de ‘relax climático’ consolida a León como destino turístico del futuro
La provincia encabeza la oferta de interior que gana viajeros con el calentamiento global
Editorial: Programar pensando en el nuevo turismo
El aumento de las temperaturas está provocando ya cambios importantes en las preferencias de los turistas a la hora de elegir sus destinos, especialmente los veraniegos. El norte gana terreno frente al sur y el este del país (eso se deja notar en los últimos años en los precios de los establecimientos hoteleros del Cantábrico) , y seguirá haciéndolo en los próximos 75 años. Un cambio imparable que implica un problema para muchos destinos tradicionales del motor económico más importante de España, a la vez que abre importantes oportunidades para zonas como León, porque el calentamiento global está convirtiendo a la provincia en una zona de ‘confort termal’. Y es este relax climático el que buscan, cada vez más, los viajeros, tanto nacionales como extranjeros.
Así lo concluye el informe El impacto del cambio climático en la demanda turística en España, elaborado por el servicio de estudios de BBVA, que analiza el impacto en cada provincia del cambio previsto en las condicones climáticas durante los próximos 75 años. Lo hace con el objetivo de «reaccionar y adaptarse a las nuevas exigencias de un turismo que abarca un concepto más amplio del que se entiende actualmente, aunque ya está cambiando».
El informe coloca a Asturias como referente de las preferencias de los turistas de costa, y a Huesca como mejor ejemplo del reclamo de montaña y naturaleza. Enfrente coloca a Sevilla como destino urbano que sufrirá económicamente los rigores del clima, y a Baleares como la zona que resultará más perjudicada.
En el análisis de la evolución prevista en distintos escenarios de condiciones climáticas hasta 2100 León aparece en todos los casos como una de las provincias en la que se abre un inmenso abanico de posibilidades, no sólo de atracción de viajeros, sino de desestacionalización de los viajes. Y eso permite una mayor rentabilidad y mejor gestión del segmento en la provincia. La primavera y el otoño ganan puntos en esta oferta de refugios climáticos para el ocio.
León aparece como la novena provincia de todo el país con mejores perspectivas para acaparar la demanda en las nuevas condiciones climáticas, por detrás de Asturias (que se sitúa en primer lugar), Cantabria, Lugo, A Coruña, Guipúzcoa, Vizcaya, Pontevedra y Ourense.
Claramente son las zonas costeras del Cantábrico las que tendrán mejor evolución en este proceso de calentamiento global, pero también los destinos interiores del norte del país. Y León es además la más beneficiada por el cambio en la demanda turística en la Comunidad, seguida de Soria, Burgos, Palencia y Segovia. Menor cambio en la demanda turística futura notarán Ávila, Zamora, Salamanca y Valladolid.
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Estaciones invernales y esquí, la peor cara del cambio
Sin embargo, sí sufrirá en las montañas la demanda en los meses de invierno, donde se espera un descenso en las actividades relacionadas con el esquí porque el aumento de las temperaturas reducirá significativamente la nieve disponible. Como ya se está advirtiendo en los últimos años, por otra parte. Un punto de inflexión en la provincia, que exige una reflexión de cara al futuro en esta oferta turística.
Incrementar la capacidad hotelera leonesa
León se posiciona también al frente del índice de destinos urbanos que ganarán presencia de cara a las próximas décadas, según los expertos los visitantes nacionales seguirán conformando el principal negocio en la ciudad, pero los viajeros de otros países tendrán un peso creciente.
Las provincias de la mitad norte del país que compiten en el turismo urbano muestran dos ‘picos’ crecientes de afluencia turística, en primavera y otoño. En las del sur estas dos estaciones serán también las más demandadas, en detrimento del verano. En todo caso, este turismo urbano cobrará más fuerza frente al de playa, y tiene como ventaja que oferta un buen número de actividades de interior, como las culturales. Eso reduce la sensibilidad a las condiciones climáticas. Además, el cambio aliviará la presión turística del verano, «siempre que esté respaldado por las medidas políticas e inversión en las infraestructuras necesarias».
Promover los viajes fuera de la temporada alta es otra medidas recomendada.