León forma a 25 soldados ucranianos para la fase más dura de la guerra
El Maca concentra en un mes la instrucción de Observador Avanzado que en España son dos años
Poner cara y sentimientos a los soldados que van al frente no es lo mismo que verlo desde lejos. Vidas próximas. Nombres y apellidos, familias. Esa mirada diferente. Una actitud distinta que se basa en una necesidad de prepararse, constante e intensa. Sin respiro. Las 24 horas durante casi un mes, casi sin descanso porque saben que su vida va en ello, que su familia va en ello y que a Ucrania le va en ello tras la invasión rusa en febrero de 2022.
En el marco de la Misión de Asistencia Militar de la Unión Europea en Apoyo a Ucrania 25 soldados ucranianos se forman durante un mes en la Base Conde de Gazola de León. Tienen entre 22 y 48 años, cuentan con experiencia profesional y ya han pasado por el frente, a donde volverán cuando dejen León. Regresarán a las trincheras en las que pueden estar «semanas» sin saber cuándo volverán a la retaguardia, «comiendo pan y bebiendo agua», a lo que hay que añadir la fría climatología. Son del norte de su país, cerca de la frontera con Biolorusia y Rusia. El jefe del módulo de formación de Observador Avanzando del Mando de Artillería de Campaña Jacob Gallego forma parte del personal español que trabaja con los militares ucranianos y señala la dureza de saber «que cuando salgan de aquí, volverán directos al frente». Sobre todo ahora, cuando la guerra afronta una de sus fases más duras con la incorporación de más soldados rusos y la entrada de los militares norcoreanos.
24 horas al día
«Intentamos no crear un vínculo muy personal con ellos, pero es imposible, son 24 horas al día, es todo muy intenso y ellos a nosotros también nos han enseñado muchas cosas», relata este joven que ya tuvo su primera experiencia como formador con el ejército de Mali.
Son ya 6.000 los ucranianos que ha formado España a través de la misión de la Unión Europea. Al Maca, con base en León, le ha tocado centrarse en la figura del Observador Avanzado, ese personal que da las coordenadas para que los lanzamientos de la artillería sean certeros. La formación concentra en un mes lo que un observador experto del Ejército español consigue en dos o tres años. «Nosotros les damos los fundamentos para que después ellas sepan resolver un problema o trabajar con el material que le han enviado los diferentes países», explica Jacob Gallego, para incidir en que «ellos siempre piden más formación, son muy proactivos, y se nos echa la noche encima y quieren seguir trabajando».
Los soldados españoles son conscientes de que esa necesidad de aprender está motivada porque se enfrentarán a una guerra real, por ello se vuelvan para poder transmitirles todos los conocimientos que tienen y mantienen su ritmo. «En aprender les va la vida», concreta Jacob Gallego poniendo como ejemplo que uno de ellos se cayó durante una instrucción y se le salió el hombro, sin más, «se lo colocó el mismo y se empeñó en seguir con la formación. No ha parado y casi le hemos tenido que obligar a llevar el cabestrillo para que se le pueda curar». «Ellos saben que no pueden fallarle al que tienen a su lado», añade el militar español que explica que los nueve instructores implicados en la formación de los 25 ucranianos son conscientes de que todo lo que les enseñen «lo van a poner en práctica en tan sólo unos días». Por este motivo, los 18 españoles que están implicados directamente en el módulo de formación se esfuerzan al máximo para que la formación sea lo más eficaz posible.
‘Dobre’ y ‘Dyakuyu’
«Son extrovertidos y hablan mucho», señala Gallego sobre los 25 soldados ucranianos. Mantienen contacto telefónico con sus familias que siguen en Ucrania, toman mucho café y gracias a un grupo de traductores se entienden con los soldados españoles.
La implicación del Ejército español la agradecen «constantemente» los jóvenes ucranianos. Dyakuyu, es una de las palabras más repetida, ‘gracias’ en ucraniano, a lo que añaden un conforme con dobre, un ‘bien’ a todo. Cuando vuelvan a la trinchera, llevarán en su mochila a León.