El barrio pide limpiar el Carbosillo para evitar desbordamientos
«Que viene el agua»: Pinilla cumple 35 años sin riadas
«Poníamos sacos de arena en el fregadero y el váter para que la presión no hiciera saltar los desagües»
«Que viene el agua, que viene el agua!!». Aquel grito de advertencia, al que seguía una rápida maniobra para «salvar» los muebles antes de que la tromba entrara embarrando las casas de Pinilla, es hoy un eco del pasado. Se cumplen 35 años de las últimas inundaciones de un barrio obrero que ahora está cuajado de chalés «a su estilo» y que lanza la advertencia de limpiar con urgencia el canal del Carbosillo, lleno de maleza, árboles, basura y algún animal muerto, para evitar que se repita la historia y se desborde.
Este barrio construido en la postguerra sabe de calamidades naturales, ya que sufrió desde mediados de los años cincuenta hasta 1989 inundaciones recurrentes de medio metro a un metro veinte todos los años. La Guardia Civil avisaba de la inminente riada y la única ayuda procedía de la solidaridad entre vecinos.
La población se resignó a empaparse, a colocar «sacos de arena en el váter, el fregadero y las rejillas del patio para evitar que la presión lo empujara todo para arriba y se llenara de porquería», recuerda el actual presidente de la asociación vecinal de Pinilla, David Martínez, que vivió la última inundación con 12 años. En realidad, para los niños, la ‘Venecia’ en que se convertía el barrio «era una fiesta». Acudían a ver cómo iba embalsando una enorme finca junto a las vías, salían pitando cuando estaba a punto y jugaban con caminar delante de la primera cuarta de agua sin mojarse.
Javier Cuevas (65 años) aún posee en la retina la imagen de un chaval de 7 años que se metió en una arqueta de madera de hacer chorizos a modo de barca que empujaba con una escoba. Y otro veterano de las inundaciones, Modesto Fernández (68 años) todavía se ríe al rememorar un «que viene el agua» a las tres de la madrugada y él con cinco años se puso los pantalones de su hermano de 14. «Salí pitando con los bajos arrastrando y mi madre me dijo, pero dónde vas; claro, estaba dormido». La «zona ha cambiado muchísimo desde que la Presa del Bernesga que viene de Cuadros se desbordaba en invierno y primavera. Los más afectados eran los residentes de la tercera fase, porque el terreno hace ahí un poco de valle y no había nada que impidiera que viniera el agua», explica.
Cuando la presa escapaba de sus moldes y hasta que bajaba el nivel, se refugiaban «en casas de familiares, amigos o en el Preventorio, que era el colegio de huérfanos de mineros. Cada inundación, mandaban a esos niños con sus familias y nos metían a todos nosotros alí. Había una galería arriba y ponían unas mantas en el medio para separar a las mujeres y niños para un lado y a los hombres, para el otro. Y allí dormíamos todos, unas cuarenta familias y su carrada de hijos». Llevaban los colchones de sus propias casas. La construcción del canal del Carbosillo en tiempos de Miguel Martínez zanjó las avenidas. Sólo se repitieron por suciedad. De ahí que ahora alerten y pidan su limpieza.