El paseo arrancará a las 18.00 horas y atravesaró por Ordoño y la Calle Ancha
León invita a calzar madreñas para ir el sábado desde Guzmán a la Catedral
La tercera edición de la iniciativa popular busca recuperar la esencia para que sólo se vaya en galochas
No vale en zapatillas, salvo que sean de esas de cuadros con borreguillo por dentro. Pero sólo si sirven para armar, como toda la vida, a la verdadera protagonista de la iniciativa popular que, por tercer año, reivindica el orgullo de andar en madreñas por León. La nueva edición de la madreñada partirá este sábado, 23 de noviembre, a las 18.00 horas desde la plaza de Guzmán para cruzar por el centro, por la señorita avenida Ordoño II, y subir por la Calle Ancha hasta desembocar en la plaza de Regla, a los pies de la Catedral. Aunque con la condición imprescindible para quien quiera participar desde dentro de subirse a las galochas para «darle visibilidad a esta tradición», como explica Octavio Álvarez, promotor del paseo.
El pasado año juntó a 400 personas, pero esta vez se quiere primar la participación de quien calce galochas
El requisito ineludible de calzar madreñas para entrar dentro del paseo se fija después de que, en la edición del pasado año, se perdiera un poco la esencia fundacional. Después del arranque en 2022, que sirvió para probar la respuesta ciudadana impulsada por un grupo de amigos, en 2023 se desmangó con la entrada de todo tipo de manifestaciones que llegaron a sumar cerca de 400 personas en la marcha. Pero algunos calzados «de cualquier manera», como incide Álvarez, quien insiste en la necesidad de preservar «el significado auténtico» y separarlo del prólogo de las fiestas navideñas como se hizo la vez precedente al arrimarlo al 17 de diciembre.
La madreñada mantiene el empeño de «que no se termine de perder la madreña, una cosa que es muy práctica y no se tiene en cuenta», y que perviva «el oficio del madreñero, que a día de hoy se encuentra casi perdido y hay familias que intentan vivir de ello». Para lograrlo, el gesto revolucionario pasa por calzarse las galochas, «juntarse con gente que revive esa misma tradición para compartir experiencias para darlo a conocer», recalca Álvarez, el babiano de Pinos, que ha subido en ellas al Kilimanjaro.