Su Majestades vencieron al frío en la visita a la provincia leonesa

La llegada ayer de los Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente a León coincidió justo con la salida del sol en la capital y el cierre de los paragüas que, en ese momento -las cinco de la tarde-, cubrían las cabezas de las casi 2.000 personas que se agolpaban a la puerta de la estación de Renfe esperando la salida de los insignes personajes. Los niños se apretujaban contra las vallas y pedían a sus padres que les auparan para poder ver con sus propios ojos a Melchor, Gáspar y Baltasar y, si fuera posible, tocarles con sus propias manos. Estaban todos, no faltó nadie al recibimiento y el alcalde de León, Mario Amilivia, aprovechó la ocasión para dar la bienvenida a los Reyes Magos y pedirles que durante este año se vayan cumpliendo todos los objetivos de la ciudad. Además, Amilivia expresó un deseo personal, «para mí -aseveró- pido ganar las próximas elecciones». Por su parte, Baltasar se erigió en portavoz de sus compañeros y se dirigió a los leoneses, pero sobre todo a los niños y niñas, para decirles que «no se nos ha olvidado nada de lo que nos habéis pedido». Además, Mélchor afirmó que la ciudad estaba cada vez más bonita. La nota reivindicativa la puso Gáspar que, por un momento, se convirtió en niño y se pidió a sí mismo más industria y más empleo para la provincia. Después, durante la cabalgata, 10.000 leoneses aclamaron y vitorearon el paso de Mélchor, Gáspar y Baltasar y, a pesar de la fría tarde, abarrotaron todas las calles y plazas por las que discurrió el cortejo de los Reyes. Éstos, junto con sus pajes, no pararon de lanzar regalos, confetís y caramelos, muchos caramelos, en concreto más de tres toneladas de dulces, que los niños atropaban del suelo como si fueran verdaderos manjares y pedían más y más.