Un conflicto que empezó en 1972

Irak está pagando las conseciencias de atreverse a nacionalizar las compañías petroleras en 1972, según señaló ayer Ángeles Maestro. Empresas norteamericanas y británicas fueron las principales perjudicadas de una decisión que dejó a las principales potencias mundiales sin el control de sus ricos pozos. La guerra en ciernes, agregó, es el último paso para rematar «la labor no terminada en 1991» y evitar que la economía iraquí se recomponga. El levantamiento parcial del embargo que permitió a Bagdad adquirir alimentos y otros bienes a cambio de petróleo había conseguido recuperar parte de las estructuras, indicó Maestro, a pesar de las restricciones que impiden adquirir oxígeno para las incubadoras, aunque les permiten llevar las cajas; o entrar un scáner sin el ordenador desde el que se maneja o cloro para purificar el agua «porque, como el grafito de los lápices, tiene doble uso». Maestro consideró «ridículo» y una muestra más de la locura que rodea a la guerra el hecho de que se impida la entrada en Irak de medicamentos como un simple vasodilatador porque también tiene doble uso.