OPINIÓN Fermín Bocos
Otra alarma social
El incremento de la delincuencia preocupa y con razón a los ciudadanos. Sobre todo a quienes no podemos pagar un servicio de escolta..., que somos la mayoría. Pero, al día de la fecha, el verdadero peligro, el que crea más alarma social porque ha metido el enemigo en casa a millones de españoles es: la inflación -¡el 4 por ciento en un solo año!-, pero de eso el Gobierno no habla. Ahora no toca. Ahora lo que llena los telediarios es la reforma de la reforma de la reciente reforma del Código Penal. A cinco meses de las elecciones, eso es lo que «vende». Hablar de lo otro, del insoportable encarecimiento de la vida, no. Mejor olvidarlo. Puestos a olvidar, el Gobierno incluso se ha olvidado de sus propias previsiones. Habían calculado que subiría la inflación un 2 por ciento. Pues bien, estamos ya en el 4 por ciento, pero nadie ha podido oír una palabra en boca de ministro comentando la subida tan descomunal de un parámetro que luego sirve de referencia para incrementar el coste de infinidad de cosas: desde el precio del pan hasta los alquileres de las viviendas. Menos los sueldos de los asalariados, prácticamente todo. Sin contar los pensionistas que malviven con sesenta, setenta mil pesetas al mes, ¿cómo va a vivir la gente modesta, los más de 10 millones de españoles cuyos ingresos oscilan entre los 600-800 euros mensuales? ¡Ah, eso es asunto suyo¡ Con arreglo a la nueva moral calvinista que nos ha traído la globalización ya se sabe que la penuria es culpa del que la padece. Si el casero le sube el precio del alquiler, el panadero el del pan, las compañías eléctricas la luz, las del agua el agua, el Ayuntamiento o la Comunidad Autónoma el precio de los transportes públicos, los taxistas el taxi y el bar de la esquina el café, eso no cuenta. En la España declarada tierra de oportunidades, ya se sabe que quien no se ha hecho rico en los últimos siete años es porque es lerdo. Reléase si no la fábula del «capitalismo popular», aquel cuento -tan contado en algunas emisoras- que hablaba de los siete u ocho millones de ciudadanos que supuestamente se habían forrado jugando a la Bolsa. ¿Dónde está el «milagro» Aznar? ¿Qué queda, salvo la espuma mediática de aquella rutilante puesta en escena, del «crecemos más que ningún otro país de la Unión»? Pues a la vista está: la vivienda más cara de Europa (¡Ha subido un 56 por ciento en siete años!), cerca de dos millones de parados y el desasosegante dato de una inflación del 4 por ciento llamando a la puerta de todas las casas para recordarnos que la cuesta de enero no va a ser nada comparada con la montaña de febrero y el resto de los meses del año que se presentan con perfiles de cordillera. De esto, en la televisión oficial -y en casi todas las demás que están en lo mismo-, se habla poco. Ahora no toca: perjudicaría al Gobierno.