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Victoriano Crémer CRÉMER CONTRA CRÉMER

La hora del reparto

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León

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De acuerdo con los poderes que le han sido conferidos, el señor alcalde de la ciudad, ha procedido al reajuste, a la renovación, al relevo, o como quiera llamarse a la operación de cambiar algunos de los colaboradores por otros otros de igual signo. Y el buen pueblo ha asistido a la operación, sin decir ni una sola palabra que pudiera alterar el curso de los acontecimientos. Así como si se dijera: «Al que Dios y don Mario se la den, San Pedro y San Pablo se la bendigan. Del selecto grupo que venía constituyendo contitucionalmente la organización municipal, don Mario decidió suspender de cargo y de sueldo a siete señores concejales, alguno de los cuales venía prestando servicio desde los tiempos histéricos del Antecesor de Atapuerca o poco menos. Y nunca se sabe si los cesados lo son por su natural desgaste en el cargo o por su ineficacia más o menos probada. O porque entre los usos y costumbres de todo organismo público que se precie, está la norma de evitar el excesivo desgaste en los cargos. El hecho es que siete señores ediles cesan, que cinco permanecen y que se anuncian los nombres de tres concejales nuevos. A los ya pasados, corresponde cuando menos nuestra gratitud como ciudadanos de a pie, si no por los aciertos que hayan podido tener (que alguno se supone que habrán tenido), sí por la buena voluntad de que han hecho gala. Que Dios les premie en la otra vida si en esta no han encontrado el reconocimiento que han merecido. Y a los que quedan, que la suerte les siga protegiendo, porque el saber de nada vale. Entran en el complicado juego municipal, por ahora, tres personajes nuevos, novísimos: Un atleta, Manuel Martínez, lanzador de peso, campeón independiente que ocupará, según se asegura, el puesto que dejará Enrique Gil, como afortunado promotor y tutelador del Deporte en León y sus islas; Ángel Valencia, comisario que fue de la Policía Nacional y sin duda alguna, una de las personas más comedidas, más idóneas para cubrir cualquiera de los puestos en los cuales sea exigido un profesional cabal y un hombre derecho y eficaz. Y para completar tal vez, el cupo femenino, el señor alcalde, en una operación de búsqueda y captura afortunada, ha dado, sin duda, con la mujer mejor dispuesta y preparada para el mejor cumplimiento de un deber, el de Turismo, por ejemplo, que el Municipio de León tenía más bien en el armario y que ahora, por un golpe, afortunado de inspiración, don Mario ha logrado sacar para el servicio público. Marina Lamelas, hija de empresario y con la experiencia que presta el estudio en profundidad y el trabajo, juntamente con una capacidad a prueba de toda exigencia, cubrirá el puesto que evidentemente tenía y tiene en el organigrama municipal, por otra parte tan necesario de revisión y recambio. Posiblemente el montaje llevado a cabo por el señor alcalde no satisfaga a todos los vecinos, porque nadie es perfecto y don Mario Amilivia, por muy alcalde que sea, también puede equivocarse en la hora transcendente de la selección. Pero cabe esperar que justifique su operación con aquella frase tan sugestiva, que pronució el general Prim en la batalla de Castillejos: «Esto es lo que hay». Y a nosotros, en esta hora estelar de la historia leonesa no nos queda sino esperar para emitir un juicio con aspiración a definitivo. Por sus obras les iréis conociendo. Y ya es valentía la de todo aquel que se ve obligado a tener que elegir entre sus convecinos a aquellos que habrán de regir los destinos de la comunidad. Porque si se equivocara la culpa no caería sobre la cabeza del elegido sino sobre la del elector. De modo que por la cuenta que nos tiene y por el conocimiento que de los que permanecen y los que se incorporan tenemos, queremos estar seguros de que el señor alcalde haya acertado y que tanto el lanzador, como el comisario y la gentil señora de nuestras rutas turísticas, acierten plenamente y que nosotros lo veamos. Porque de someterles al juicio crítico que les corresponde por su condición de hombres y de mujer públicos, nos encargamos nosotros. Si podemos.