Diario de León

Margarita Merino WONDERLAND

Flagelación de María

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León

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En el capítulo V de Marta y María de Palacio Valdés, María se hace azotar con unas disciplinas por su criada Genoveva: esa escena nos confirma la índole de su temperamento tan apasionado y soñador. Hemos visto, en la evolución religiosa de María, como el personaje sublima el amor sexual humano, pero acaso lo hace desposeyéndole de un objeto de deseo terrenal únicamente, porque si ella va a renunciar a la consumación del matrimonio y a la carnalidad de una relación de pareja con un hombre real, no va a renunciar a sentir la pasión, (ni a la pasión erótica). Su emoción religiosa parece revelar algunos síntomas de la que experimentan los místicos, y si ellos han escrito textos magníficos para explicar la exaltación del amor divino en claves literarias que nos recuerdan la más elevada y bellísima traducción al papel de la sensualidad (y la sexualidad) humana, María en su flagelación (antes, durante y después) nos hace patente que vive ésta con las mismas reacciones y la excitación de un encuentro de índole sexual. Es un estado mental, pero sobre todo físico, donde las palabras que se utilizan para describir la turbación de sus sentidos no dejan lugar a dudas: "tenía pintado en el rostro el goce irritado y ansioso del capricho que va a ser satisfecho"... "vivos y misteriosos placeres"... "un placer embriagador". Queda claro que porque ella es un ser inocente es transparente también: pura y ardiente no parece posible que el tamaño de su pasión lo pueda satisfacer un hombre corriente. Otras claves como la desnudez a la que llega a su "castigo" despojándose de camisa y de chambra, la intensidad creciente de sus sensaciones, revelan que busca experimentar lo que es la plenitud gratificadora cuando se alcanza en la culminación física sexual: esto es el orgasmo. Toda su evolución, la lectura, la alegría, la relación con Ricardo, la participación sin paliativos en la causa carlista, su entrega última al claustro para gozar más plenamente del desposorio y la intimidad con Dios de la que ella había conocido algunos "adelantos", nos la describen como una mujer que no renuncia a sentir en profundidad y como una monja muy particular a la que no van a faltarle emociones críticas. ¿Está su decisión motivada por no haber conocido los auténticos sentimientos que pueda inspirarle el amor de un hombre libremente elegido (ya que su novio lo había sido por la sociedad)? ¿Es su decisión una huida de la pérdida de libertad, imaginación, lucidez íntima que posee como criatura extraordinaria a la que resultaría muy difícil encontrar un compañero a su altura? No lo sabemos. Puede existir sin duda una variable -que condicione su decisión de ser monja de clausura- que sea la represión sexual de la época, pero el carácter de su personaje tiene elementos del mismo que ilumina la inspiración de artistas y visionarios y no extraña demasiado que ella acabe refugiándose en un lugar en el que puedan crecer toda su fantasía y su concentración, como quizá lo hizo la revoltosa inventora niña que fue Teresa, y la inteligencia práctica de Juana que no quería renunciar a una comodidad ecléctica sin las servidumbres cotidianas que la condición femenina imponía ¿entonces?... Aunque sea triste ver cómo María esconde su talento en un lugar habitado sólo por mujeres. ¿Será capaz de permanecer anclada al goce de su propia pasión torturadora? ¿La deformarán las inquietudes de un amor -humano y demediado- como puede ser el homosexual que es posible encontrar como única alternativa en los recintos cerrados en los que sólo se aceptan personas de un mismo género? Porque no podemos dejar aparte el hecho de que vivirá en un convento. Y es que de momento ella se ha refugiado en el secreto de una pasión a la que sólo puede acotar su propia imaginación: y su fogosa imaginación aspira a toda la poesía del amor y a todo su placer.

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