Diario de León

Luis Artigue EL AULLIDO

Músicos callejeros

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León

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ESCUCHÉ una vez decir a la escritora Marifé Santiago Bolaños que para conocer una ciudad no sólo hay que pararse ante sus rincones y monumentos, pasear por las calles, el mercado y mezclarse entre la gente: también debemos observar con perspicacia a sus indigentes porque en las ciudades los mendigos son ángeles infiltrados. Incluyamos, Marifé, también a los músicos callejeros; a esos folkloristas ecuatorianos que el mar de la inmigración ha depositado en el itinerario de la Catedral como si fueran supervivientes de un naufragio. Allí ofrecen a cambio de unas monedas su música popular, sus melodías exóticas, y por eso la Calle Ancha parece una metáfora del mundo. El otro día iba yo buscando por la ciudad y, al llegar a esa avenida eufónica, me encontré con una anécdota que habla por si misma: ellos tocando con sonrisa precolombina, con instrumentos andinos; la gente en procesión anarquista de fin de semana sin orden ni concierto, con calma entre la música, la calle, la mañana, con calma entre la vida. Les dejé unas monedas y me paré frente a ellos a cierta distancia, como es mi costumbre. Poco tiempo después, mientras los acordes paisajistas embriagaban el aire de León, llegó sin contemplaciones un agente municipal con algo de vaquero y les dijo que era ilegal tocar allí, que tenían que irse. La mujer con ojos bonachones y aspecto frágil le explicó, mientras señalaba a los integrantes más jóvenes del grupo, que tenía que dar de comer a sus hijos, a lo que el señor agente contestó: «pues vaya a darlos de comer a su país». La verdad es que desconozco si realmente existe una ordenanza municipal, dogma, mandamiento bíblico o intransigencia burocrática que impida a los músicos tocar en la Calle Ancha, pero duermo muy tranquilo por las noches sabiendo que hay profesionales con porra que trabajan con tanto celo. Olé. Escribir ahora que hay leoneses de todas las generaciones buscándose la vida por el globo terráqueo, o explicar que esos músicos no han venido a esta ciudad a robar el pan a nadie, u oponer simplemente argumentos a la crueldad de esa anécdota me parece algo tan obvio que hasta da corte hacerlo. En fin, me refiero a que veo como el mundo ha tratado a León, y como trata León al mundo y, parafraseando a Mario Conde: «no me cuadran las cuentas». Pero quiero aprovechar la ocasión para hablar de una corriente muy interesante del pensamiento moderno: la interculturalidad. Frente a otro enfoque parecido, el multiculturalismo (que se define como un estudio interdisciplinar de la diversidad nacional, cultural y racial que potencia lo específico), la interculturalidad se centra en la interacción de razas y culturas y habla de que dicha interacción no sólo ha enriquecido a las sociedades sino que ha hecho avanzar en positivo al mundo. Por eso no estudia la diversidad en si, sino más bien elogia el mestizaje. No se pueden explicar los parámetros interculturales en tan poco espacio, pero sí quizá despertar la curiosidad de todos ustedes. Una de las conclusiones de estos estudios es que no existen en la actualidad razas totalmente puras ni culturas netamente autóctonas. Desde ese axioma muchos sociólogos muestran en sus conclusiones como la diversidad está en la base de cada avance intelectual y científico de la sociedad, además de en cada nueva manifestación creativa. Además denuncian la contradicción de nuestra obsesión occidental por la sociedad del bienestar financiada por la globalización, al tiempo que pretendemos que esa globalización económica no diluya aún más las fronteras raciales y nacionales. El gran acierto de quienes tratan el tema de la inmigración desde el prisma de la interculturalidad, es que no hacen un discurso en clave económica, pues se dan cuenta de que la inmigración debe abordarse desde un enfoque de pensamiento ético, histórico y profundamente humanista. En España hay interesantes articulistas y ensayistas interculturales como Vázquez Montalbán, Goytisolo, Jon Juaristi y Victoria Camps. Se los recomiendo a todos ustedes. Y también a algún agente municipal.

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