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Victoriano Crémer CRÉMER CONTRA CRÉMER

La guerra de la leche

Publicado por
León

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No se trata de la aplicación de un calificativo, sino de una definición. Cuando andamos con las armas al hombro por las tierras o arenas abrasadas del Irak y todavía no se han apagado las hogueras de los talibanes de Afganistán y en Filipinas la selva está que arde, vamos nosotros, los hombres de la tierra nostra y denunciamos la situación precaria en que están los fabricantes a mano de la leche de las vacas. Esto ya es para mear y no echar gota y según se demuestra, el español no es, como se presumía un ser para el ruedo taurino ni para la pesca del chapapote, sino un soldado permanente para todas aquellas guerras que nos salgan al paso. Los campesinos, los labriegos, los ganaderos, absolutamente cabreados por la tendencia a la baja del litro de leche recién sacada de la ubre de la vaca doméstica, amenaza con echarse otra vez a la calle, para protestar por unos precios tan ridículos que hasta las vacas más discretas se ruborizan de vergüenza. En la Feria Alimentaria que se celebra en Valladolid, que es donde se exponen todos los agravios de la Autonomía, se puso de manifiesto que no tan sólo se les reduce a los productores o sea a los representantes de las vacas, el precio asignado en debates anteriores, sino que además de imponer nuevas rebajas, hasta dejar la leche por los suelos, los que mandan en esta clase de confusas operaciones de comercialización universal, parece ser que están decididos a comprometer copiosos caudales de leche blanca y negra para surtir nuestros mercados, con lo cual por la lógica ley de la oferta y la demanda, el precio más que bajarse al moro, se hundirá en sus propias contradicciones. Porque es lo que dice mi vecino, que tiene una vaca lechera en el pueblo: «¿Cómo coño se le puede ocurrir a ningún consejero vacuno permitir la importación de leche cuando a los españoles y a los leoneses principalmente lo que les sobra es leche?»... Aquí, se dicen entre sí los numerosos vaqueros de la hacendera, aquí alguien está errado, no tan sólo sin hache, sino con hierros. Y los amenazados con la muerte súbita en esta guerra de la leche, declaran que, de no intervenir los Estados Unidos de América, que son los que en resumidas cuentas alientan y enmiendan nuestros errores europeos, los vaqueros de alzada y los ganaderos de Asaja o de donde procedan, volverán a manifestarse en la calle para hacer llegar a la autoridad competente o incompetente, su situación dramática. Y aunque la táctica de las manifestaciones nunca produjo efecto entre los poderes, que se quedaron dormidos ante el clamor, tampoco es cosa de echar a broma lo que les sucede a las vacas, cuyo prestigio queda por los suelos ni para los dignísimos explotadores de ubres. Será una vez más, la guerra. La guerra de la leche, pero guerra al fin y a la postre. No se sabe -nunca se sabe- cual será el final de esta guerra, ni de la otra guerra, pero nos tememos, con la natural alarma, que al final, en un rapto de desesperación, los ganaderos, en lugar de derramar la leche por las calles, en un gesto de insolencia de lo menos solidario, decidan sumarse a los cazadores de vacas asilvestradas y un mal día, nos veamos los ciudadanos sorprendidos con batidas armadas por las calles. Y éstas, las calles, las plazas, los templos, los recintos dedicados al ocio, se llenarán de vacas muertas. Posiblemente, porque hay gente para todo, a muchos de nuestros conciudadanos, incluso los que piensen en votar al centro, les parecerá esta visión esperpéntica que registramos nosotros para general conocimiento, una nueva prueba de la esquizofrenia general de la Sociedad, de lo que no hay que hacer caso, pero en verdad en verdad os digo, que como las autoridades no disponen urgentemente de los medios para evitar el desplome de los precios de la leche, se va a armar. Y el que avisa no es traidor... Y en nuestra cuaresma, en lugar del entierro de la sardina, se celebrará con escenas de gran dolor, el entierro de las vacas.

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