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SEMANA SANTA 2003

Las palabras pregonan el silencio

Domingo Montero se encargó ayer de oficiar como pregonero de la Semana Santa con una dialéctica en la que invitó a «pensar que la pasión fue por nosotros y no porque sí». El franciscano-capuchino quiso resaltar el componente in

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León

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León se entregó ayer a la proclamación de la llegada de la Semana Santa colgado de la voz del padre Domingo Montero Carrión, encargado de oficiar como pregonero. Después del turno ocupado el año pasado por Javier Caballero Chica, licenciado en Historia, los responsables de la Junta Mayor depositaron este año la tarea en un religioso, fraile franciscano-capuchino, que se encargó de subrayar la vertiente biblíca de las celebraciones tras hacer un breve paso por sus derivaciones costumbristas. «¿Y de qué hablar en un pregón de Semana Santa?» se preguntó Montero Carrión para empezar por los itinerarios «donde las imágenes parecen asomarse a los balcones para aportar esperanza e iluminar el dolor y la soledad de enfermos y ancianos; donde se hace realidad la comunión física entre imagen y pueblo»; la iconografía «desde el gótico, pasando por los renacentistas, las imágenes barrocas, hasta las modernas expresiones»; las cofradías «mezcla fecunda de históricas y jóvenes»; y el tipismo gastronómico. Tras esta introducción, el religioso, nacido en Jerte pero de fuerte implicación con la provincia leonesa, acometió el núcleo central de su prólogo para «hablar del protagonista: Jesucristo: el hombre de la pasión». Con el objetivo en esta posición, el franciscano-capuchino quiso resaltar «la vigilancia en la celebración de los misterios de la fe, para que ésta no sea distorsionada y conducida hacia zonas de ambigüedad e insignificación religiosa, máxime en esta sociedad secularizada». En estas fechas, cuando «la ciudad cambia su ritmo, para acompasarlo con el de las celebraciones litúrgicas y procesionales», Montero Carrión puso cuatro pilares para edificar su planteamiento: «Jesús previó su muerte, Jesús asumió su muerte, Jesús protagonizó su muerte y Jesús interpretó su muerte». A partir de esta cimentación, el religioso defendió la concepción de Jesús «no como un mero hombre, sino el hombre verdadero», a la vez que aseguró que «Dios no cejó en su propósito; porque hacer al hombre y hacerlo hombre es la gran tarea de la historia de la salvación». Al abrigo de los versos de Gabriel y Galán «hoy, que con los hombres voy/ viendo a Jesús padecer,/ interrogándome estoy:/ ¿somos los hombres de hoy/ aquellos niños (hombres) de ayer?», el padre Domingo Montero Carrión puso el interrogante para la reflexión colectiva. Ahora, las cornetas y tambores toman la voz alzada ayer por el religioso en el pregón para dejar que el silencio procesional «no detenga el tiempo sino que lo interiorice».

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