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AMISTADES IMPOSIBLES

Consenso, democracia e ira

Publicado por
León

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PARA nadie medianamente informado acerca de la política española constituye una sorpresa recordar que una de las amistades mas sólidas entre políticos españoles es la que une a Rodolfo Martín Villa y Santiago Carrillo. Se consolidó luego, pero pudo tener su origen si no cuando el primero mandó detener al segundo, quizá luego cuando tuvieron lugar los luctuosos sucesos de la calle de Atocha. Cinco abogados vinculados con el PCE fueron asesinados y aquel resultó un momento que, por la acumulación de circunstancias desafortunadas, pudo concluir en todo un desastre colectivo y el descarrilamiento de la transición. Por aquellos días, en las frecuentes manifestaciones morían militantes de izquierda mientras que los secuestros de altas personalidades eran atribuidos a la extrema derecha (el Grapo era su verdadero autor). En esta situación tan tensa, el impacto de los asesinatos fue superado gracias a la actitud concordante de la sociedad y de los partidos políticos. Quien veló los cadáveres y organizó el funeral fue el propio Colegio de Abogados de Madrid. Lo aceptó el Ministerio de la Gobernación, desempeñado por Martín Villa, pero también admitió que el PCE organizara la conducción de los féretros a continuación, en medio de un impresionante silencio, sin signos de identidad propios y con un servicio de orden estricto a pesar de tratarse de un grupo político no legalizado por entonces. El ejemplo de aquellos momentos resultó sin duda muy útil para todo lo que vino a continuación. Debería, además, ser recordado ahora. Llevamos unas semanas en las que el grado de crispación se ha vuelto intolerable. Se nota en la vida cotidiana en que parece imposible la amistad entre quienes tienen puntos de vista distintos sobre la guerra de lrak. Se sale a cenar con conocidos y parece inevitable que la conversación, incluso entre quienes están de acuerdo, adquiera un volumen de decibelios superior al que se suele admitir. Una situación como ésta requiere corrección pronta recordando el pasado y con decidido afán rectificador para el futuro. Quiero ver esa voluntad en el manifiesto de intelectuales que, patrocinado por la fundación de la derecha española, se ha publicado en la prensa en pasados días. La verdadera sorpresa la ha proporcionado no tanto esa actitud como la extraordinaria movilización a favor de la paz. La ha provocado tanto un diagnóstico muy distinto al descrito en el manifiesto como la indiferencia gubernamental ante la opinión pública, a la que luego se ha sumado el desprecio y la insensibilidad cuando hemos presenciado hechos luctuosos que en algún caso nos han afectado de modo gravísimo y cercano. Por lo tanto, el protagonismo de la oposición política en lo sucedido ha sido escaso. No se le puede pedir a ella que deje de figurar al lado de los manifestantes espontáneos cuando además coinciden con su propia visión. Personalmente opino que habiendo resultado la actitud del PSOE mas cercana a la de la mayoría de la población, no deja de tener aspectos criticables. Haber afirmado que estaría en todo caso en contra de la guerra incluso si la mayoría del Consejo de Seguridad estaba en contra de ella no deja muy bien a la ONU. ¿Es coherente considerar aceptables bases USA y no dejar que sus aviones sobrevuelen territorio nacional, como han aceptado Alemania y Francia? La pretensión de que la ONU se haga cargo de Irak tras la victoria de la coalición simplemente no resulta realista.