Diario de León

Victoriano Crémer CRÉMER CONTRA CRÉMER

Mes de abril, el de las luchas mil

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QUIZÁ resulte necesario recordar que entramos ya en el mes de la gran batalla electoral. Después de lo que el mes de abril nos consiga a través de la labor de propaganda de los distintos partidos, precisamente, según se nos anuncia, el día 25 de mayo, se procederá a la elección libre, como corresponde a una sociedad eminentemente democrática . Y del resultado de nuestra meditación se producirá lo que algunos dan en llamar, la tercera fase del cambio. ¿Del cambio de qué?. Pues mire usted, si de verdad tienen la consecuencia que las consultas anuncian, el cambio deberá ser profundo, hasta el punto de que, como diría un eminente político en funciones, no reconozca al país ni la madre que le parió. Lo de León es, creo yo, mucho menos dramático: Aquí la refriega sólo se producirá entre tres núcleos perfectamente definidos: el PP de Mario Amilivia, el PSOE de Francisco Fernández y la UPL de José María de Francisco. Y sin demasiadas zozobras puede anunciarse un resultado aproximado al siguiente: Mayoría minoritaria, PP de Amilivia. Minoría mayoritaria, PSOE, de Fernández. Ni lo uno ni lo otro, UPL, de De Francisco. Total, lo mismo de antes y lo mismo que de después. Los puestos, cargos, compromisos o enchufes se cubrirán de acuerdo con la situación alcanzada en las urnas y sin que el regateo ferial resulte traumático, que siempre habrá un puesto para todos y cada uno de los que lo hayan merecido por buen comportamiento. En honor a la verdad, al electorado leonés, en términos muy generales, le da lo mismo quien sea elevado a los múltiples poderes que se derivarán del resultado de las elecciones y sea quien fuere el que acceda al estrado o al escaño, todo seguirá, más o menos, lo mismo: se seguirá arreglando la Calle Ancha, se continuará hablando de la Escuela de Pilotos y quizá, se conseguirá el consenso perseguido par a la Fundación Villalar de Valladolid. Y la ciudad, capital del Viejo Reino, seguirá oponiendo las resistencias del diamante a la capital suprema de la autonomía. Y todos, de una forma o de otra, alabando y condenando a quien llegue a ocupar el poder, seguiremos viviendo, con nuestras trampas, con nuestras ilusiones, siempre truncadas, con nuestra especial retranca para matar pulgas. El mes de abril será vibrante y angustioso a la vez para todos porque la guerra miserable continuará proyectando sobre todas las conciencias la negra sombra de la muerte. Y no podrá ya en el futuro, así lo mande Bush, intentarse siquiera un mundo de tolerancia, de fraternidad y de solidaridad entre los hombres de buena voluntad, porque la buena voluntad del mundo habrá sido aniquilada con bombas inteligentes de miles de kilos de muerte, en la tierra donde se establece la existencia del Paraíso Terrenal, porque ya no habrá paraísos en la tierra. Hemos de prepararnos para un mes de mayo cargado de sorpresas. Quieran los cielos que estas sean el final de las muertes programadas en las Azore y que los dioses del Olimpo, incluyendo a los patriarcas de la Biblia, nos deparen un mes de abril todo lo pacífico que cabe esperar cuando lo que se debate en estas elecciones es el poder, el mando, la influencia y el suculento enjuague que todas las cosmogonías preparan y destinan a los fieles. Y sobre todo, que la guerra ilícita, obscena, bestial y miserable contra los hambrientos de Irak termine lo más rápidamente posible, porque si esta monstruosidad de guerra americana del petróleo durara hasta después de las elecciones, entonces, las responsabilidades, las denuncias, las condenaciones caerán inexorablemente sobre las cabezas de quienes se obstinaron con nocturnidad, alevosía y trampa en promover y mantener el crimen cainita de los misiles sobre la tierra rota por los cuatro costados. Y entonces, nadie se extrañará que los electores, los sin voz, se revuelvan iracundos y retiren su confianza a los belicosos, a los responsables, a los sordos de corazón. O sea que en estos lances electorales morirán más de cuatro romanos y muchos más cartagineses.

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