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Victoriano Crémer CRÉMER CONTRA CRÉMER

Del campo y otras desventuras

Publicado por
León

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¿A quién puede no gustarle el campo? Ni siquiera las vacas y sus leches se resignan a abandonarlo. Porque, dicho sea sin molestar a nadie, el campo, o sea los trigales, los garbanzales, los titales y los alfalfales son la verdadera madre del cordero de la nutrición humana y animal, dicho sea con perdón. Y lo mismo que los aulitas o sea los bereberes marroquíes dedicados a la pesca, limitaron nuestras capturas hasta dejarnos sin una sardina que llevarnos a la boca, así los técnicos agrarios de Bruselas andan buscándonos las vueltas rurales hasta agotar todas nuestras posibilidades. Y ello duele profundamente, tanto más cuanto que León, propiamente dicho, era, hasta la aparición del teléfono móvil, un espacio glorioso dedicado principalmente al pan, al filete de ternera, a los aprovechamientos del gocho y a la leche... Primero nos quitaron los terrenos de siembra y regadío, luego las fábricas de reconversión de la remolacha en azúcar de caña cubana; más tarde limitaron el número de vacas por familia, para finalmente controlar la especie de siembra, la cantidad y calidad. Todo según decida un señor con barba que habilita en Bruselas. Y claro es, nuestros campesinos que ven cómo se quedan sin campo, se revuelven doloridos y furiosos y se manifiestan, incluso obligando a sus vacas, a sus cerdos, a sus gallinas a figurar entre los rebeldes manifestantes amenazando con provocar una huelga general de ubres caídas si el Gobierno, naturalmente a través del Ministerio de Agricultura, no toma cartas en el asunto y los partidos no incorporan a sus programas la reivindicación del campo. ¡Arriba el campo! que se decía en los tiempos del sindicalismo vertical y efectivamente como atención a un agravio comparativo, los Delegados del Campo y sus regadíos, llegado el día 1º de mayo, se manifestaban jubilosamente en el Estadio o Campo de Bernabéu, que venía a ser el único campo de España con cifras millonarias en sus balances. Yo no sé si el problema, que problema es y de los más graves, ha calado en la sensibilidad de los líderes pero a mí me parece que más bien estos señores candidatos a todo, se han olvidado de que el campo es necesario y los campesinos también y contemplan con una indiferencia que llega al alma la odisea y la eneida de las gentes del campo como el que oye llover, después de unas rogativas. Hubo un tiempo no demasiado lejano, en el que el campo, los campesinos no tenían a quien presentar sus demandas pues los sindicatos de clase tampoco andaban finos en el tema agrícola, pero ahora los campesinos,el campo, las vacas y los gallos de corral disponen de Sindicatos activos, preparados y dispuestos a tirar la leche por la ventana si no les permiten elevar el precio al consumidor de forma medianamente rentable. Si me fuera permitido y me dejaran meter baza en el discurso de las elecciones, me apresuraría a proponer que se evite, como es corriente «poner puertas al campo», es decir, limitar las facultades legales que conciernen al hombre de la gleba y disponer de sus patrimonios como si se tratara de un bien común a disposición de las empresas exclusivamente. También y sea esto bien entendido como una prevención o consejo de obligado cumplimiento, también, digo, los campesinos de ambos sexos deben cuidar de no meter baza allí donde no les compete, ni para lo que no tienen facultades. Es un decir, pero muy oportuno, dado que, por una cierta prevención en el entendimiento de las facultades que a cada cual le corresponde, lo mismo que letrados de secano meten el cuezo en asuntos específicamente agrícolas, sin saber cómo es una lenteja de Vegacervera, el hombre rústico dedicado a las labores o al laboreo de sus tierras y ganados, se inmiscuye o sea se mete donde no le llaman, contribuyendo así al desconcierto y a la confusión que es la tónica y la ginebra de la política nacional. ¡Arriba el campo, compañeros!

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