Los pirómanos no suelen tener un perfil definido, según los forestales

Desde el punto de vista jurídico, los juicios sobre incendios forestales son uno de los tipos de procedimientos más complicados con los que puede encontrarse un abogado. «Es muy fácil escabullirse de un proceso de este tipo ya que se dan un cúmulo de circunstancias especiales». En primer lugar, los casos sobre incendios forestales suelen darse a cielo abierto, con nocturnidad y utilizando dispositivos retardantes, todo lo cual complica la obtención de pruebas y por lo tanto la obtención de una sentencia condenatoria. En segundo lugar, no existe un perfil tipo del pirómano. Si no le mueven intereses económicos, está perturbado o lo hace porque se lo manda alguien, explica Ignacio Diego Terán, aunque en muchos casos se trata de agricultores o ganaderos que utilizanel fuego inadecuadamente y no tienen conciencia de estar cometiendo un delito. Además, existen grandes «incendiarios institucionales», como sucede con Renfe o Iberdrola, aunque aquí no se podría hablar de intencionalidad sino de accidentes o de falta de prevención. Escaso reproche social Por último y más importante, en la mayoría de los casos no existe un verdadero reproche social contra el pirómano. «Sobre todo en el campo, el incendiario cuenta con la cobertura social de sus vecinos, algo que influye a la hora de buscar pruebas o testigos», señala el responsable jurídico de Profor. Durante el año 2002 se produjeron en Castilla y León un total de 1.528 incendios que arrasaron 3.263 hectáreas arboladas. De todos ellos, 445 tuvieron lugar en la provincia de León, donde se quemaron más de 1.000 hectáreas, lo que supone casi un tercio de todas las afectadas en la comunidad. Negligencias Según la información facilitada por la Consejería de Medio Ambiente, la mayor parte de estos incendios, un total de 177, se debieron a negligencias de todo tipo. Más de 60 tuvieron como causa la quema de pastos ganaderos, mientras que 73 se debieron a quemas agrícolas o de matorral.