Él no lo haría, pero el dueño sí

Más de quinientos perros abandonados y medio centenar de gatos domésticos, igualmente sin dueño, abarrotan actualmente el recinto que la Sociedad Protectora de Animales mantiene en las proximidades del mercado de ganados, donde lo primero que se detecta es un olor casi nauseabundo por la aglomeración en unos pocos e insuficientes metros cuadrados y, lo segundo, el instintivo acercamiento de los perros del patio, ninguno de raza, a cualquier visitante que penetre en el recinto, tal vez porque el olfato les dice de alguna manera que puede adoptarles. Sentimentalismos aparte, resulta sorprendente la paz y jerarquía espontánea que reina entre los inquilinos del lugar, de los cuales aproximadamente la mitad viven en jaulas y el resto simplemente sobrevive a la intemperie, haga frío o calor. Según la presidenta de la Protectora, Carmen Caríssimo, son los gajes de apenas disponer de subvenciones y medios económicos para albergar a una clientela de cuatro patas cada vez más prolífica y numerosa: apenas la tercera parte de los animales abandonados son adoptados después por un nuevo dueño y el resto languidece en el recinto, permaneciendo en algunos casos hasta diez años o más. Pero hasta hace poco ni siquiera tenían esa suerte: se les sacrificaba a los veinte días si nadie los reclamaba. La media de abandonos ha vuelto a batir records este verano con más de un centenar de animales entre junio y agosto, descontando los que nadie localiza o simplemente perecen bajo las ruedas de cualquier vehículo en una carretera comarcal. En veranos anteriores esta cifra no solía superar los setenta animales en todo el verano (en lo que va de año sobrepasan ya largamente los doscientos). Según el secretario provincial de la Protectora, Agustín Muelas, que se encarga personalmente de la recogida de los animales abandonados a cuenta de la Asociación, resulta difícil «recolocar» a las mascotas que previamente han sido abandonadas por sus antiguos dueños, salvo que se trate de perros de pequeño tamaño «para pisos» o animales de pura raza. «Los grandes casi nadie los quiere, salvo para fincas, y aquí la mayoría están mezclados. Son razas mestizas, incluso de galgos que vienen cruzados entre ellos, por lo que atraen poco interés de la gente». En los dos últimos años, a pesar de todo, el auge de Internet ha incrementado las demandas de adopción de perros en la Protectora desde regiones tan dispare como Cataluña y Asturias e, incluso, desde países como Alemania o Inglaterra, hacia donde se tramitan aproximadamente una décima parte de las adopciones de animales. El problema, según la Protectora, son los precios del transporte, aunque los contactos para hacerse cargo de un perro se hayan simplificado notablemente a través de Internet. En cuanto a los animales que esperan paciente turno en las perreras de la protectora, sus propios cuidadores reconocen que, en su mayoría, tienen un futuro difícil: se trata de ejemplares casi siempre mestizos y de mediano tamaño que pocas familias quieren acoger. En cuanto al retrato robot de la la familia que los deja en la calle, se trata en la mayoría de los casos de un padre «arrepentido» de regalar a sus hijos una mascota por Navidad, que en agosto crece, causa molestias y cumple un año haciéndose un animal casi adulto. Según Muelas, es más fácil recoger los perros que recolocarlos en un nuevo hogar, porque ni siguiera cuando se juntan por decenas o centenares en la perrera resultan agresivos, «salvo alguno que haya estado atado mucho tiempo». «Yo voy con la furgoneta a recogerlos y hasta ahora ninguno me ha mordido. Se trata casi siempre de cachorros que tienen pocos meses por Navidad y, si llegan, menos de un año en verano». La Protectora limita, de momento, la recogida de animales a León y los pueblos del alfoz, aunque no desatiende llamadas de más lejos.