Los restos se encontraban en buen estado
La ARMH confirma que el cuerpo de Villager fue fusilado en agosto del 36
El nieto de Gabriel García Lozano manifestó tener una sensación un tanto agridulce
Los arqueólogos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, ARMH, procedieron ayer a la exhumación del cadáver de Gabriel García Lozano, un vecino de la localidad de Villager de Laciana, que fue asesinado el 18 de agosto de 1936 cuando contaba 40 años de edad, y posteriormente enterrado en las inmediaciones del pueblo. Con la paciencia y minuciosidad que requiere esta tarea, los arqueólogos de la asociación fueron descubriendo el esqueleto del cadáver, que se encontraba en bastante buen estado, y lo retiraron a una vivienda del pueblo hasta que sea analizado por un antropólogo forense para proceder a su identificación antes de que sea enterrado dignamente en el cementerio. De acuerdo con los primeros datos recogidos en la que ha sido su tumba durante 67 años, se confirma que Gabriel García fue fusilado aunque no de un tiro en la cabeza, como aún recuerdan muy bien algunos vecinos del pueblo. En las labores de exhumación estaba presente su nieto César Rubén, que confesaba tener una sensación agridulce, aunque alegrándose de poder ofrecerle una sepultura digna al cadáver de su abuelo. Según señaló, a los familiares les venía rondando la cabeza desde hacía tiempo la idea de recuperar el cuerpo de Gabriel García, pero el rescate de 7 cadáveres de milicianos, el pasado año en Piedrafita de Babia, les dio el empujón definitivo. Por eso ha tenido palabras de agradecimiento para la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y para todos los vecinos del pueblo que han colaborado en la investigación que ayer les ha permitido recuperar el cadáver de su abuelo. Según estos testimonios, Gabriel García fue acusado por los nacionales de pertenecer al bando rojo, después de encontrarle una escopeta en casa, y fue fusilado a escasos metros de su vivienda, en una era del pueblo donde permaneció abandonado hasta que decidieron enterrarlo dos días más tarde en una fosa donde le esperaban otros dos cadáveres del otro bando. Los muertos del bando nacional fueron después recuperados para ofrecerles un entierro digno, pero el de este vecino ha tenido que esperar 67 años.