La vuelta al cole, a veces peor que una despedida

Los más pequeños de la casa fueron ayer los protagonistas de una jornada muy especial: la vuelta al cole. Este retorno a la rutina, en el que se vieron lágrimas, risas y ganas de ver a los compañeros de clase, es, en la mayoría de los centros, el día de la presentación del nuevo curso, ya que, según confirmó una profesora «hay que dejar que los niños se adapten a la nueva situación». Los caminos adyacentes a los colegios se encontraban repletos de niños que, agarrados bien fuerte a la mano de sus madres, caminaban más despacio de lo habitual para retrasar lo más posible el momento de cruzar la puerta de las clases. Sin embargo, ya en los patios de los colegios la situación era bien distinta, ya que, especialmente los niños más mayores, próximos a los ocho años, en cuanto veían a todos sus amigos salían disparados a reencontrarse con ellos dejando en un corro cercano a sus madres y padres respectivos. Muchas anécdotas que contar y todo el verano sin verse hizo que los alumnos de primaria vivieran con alegría el momento del reencuentro. Sin embargo, los que ponían por primera vez un pie en el que será su futuro colegio, que cuentan tan sólo con tres o cuatro años, no dudaron en abrazarse con fuerza a sus padres y echar alguna que otra lagrimilla, mientras decían, entrecortadamente «no quiero ir».