Diario de León

Una fiesta que conmemora el fin del tributo de las cien doncellas

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León

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El cronista oficial de la ciudad, Luis Pastrana, recoge en el libro «Cabezadas y Cantaderas», el origen de esta ceremonia, remoto y legendario y la sitúa en la victoria de Ramiro II en la batalla de Clavijo que supone el final del tributo de las cien doncellas. Surge entonces, el voto convertido en fiesta. Un grupo de muchachas leonesas baila y canta romances en la Catedral como testimonio de ofrenda y gratitud. Una ofrenda que el Cabildo recibe como foro. Son Las Cantaderas, nombre antiguo con el que se designaba a las jóvenes que provenían de cada una de las cuatro parroquías de la ciudad (San Marcelo, San Martín, el Mercado y Santa Ana), cuarenta y ocho en total, precedidas siempre por la sotadera, quien guía la danza vestida a la usanza mora, como se supone de las funciones de este personaje, sumamente curioso que recordaba a la mujer que los reyes moros solían enviar para acompañar a las doncellas del tributo, consolarlas y animarlas en su triste peregrinar hasta el territorio islámico. Cambio de fecha El 15 de agosto, día de la Asunción, la gran fiesta histórica de León, se conmemoraba con festejos que duraban tres días. Y el 17 tenía lugar esta ceremonia de Las Cantaderas, del foro u oferta, en la que también se ofrecían frutas, panes y un cuarto de toro de las corridas de la víspera en la Plaza Mayor. Poco ha cambiado el ritual tres siglos después. Evolución de formas, firme e inmovilista el contenido, que se incluye entre las tradiciones más señeras distinguidas que perviven en León. Se modificó la fecha, que del 15 de agosto pasó al 29 de junio a mitad de los años setenta por aquello de las vacaciones y desde finales de esa década se cumple el domingo anterior a la festividad de San Froilán. A las cantaderas, la sotadera y la polémica inconclusa se unen los carros engalanados y los pendones que visten de color las calles leonesas.

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