'El empleo que se crea en la actualidad es precario y de muy baja productividad'

José María Fidalgo (León,1948) no lo ha tenido fácil en la secretaría general de Comisiones Obreras (CC.OO.) Elegido en 2000 para sustituir a Antonio Gutiérrez, este médico especialista en cirugía ortopédica y traumatología, ha pasado de llegar a polémicos acuerdos con los gobiernos del Partido Popular -que llevaron a la quiebra de la unidad sindical- a la convocatoria de una huelga general. Además, el enfrentamiento con su ex número dos, Rodolfo Benito, y los recelos que ha suscitado en diversos sectores de izquierdas han empañado su trabajo. Pese a todo, en abril de 2004, optará a la reelección en el VIII Congreso Confederal de CC.OO. -Después de la crisis interna que ha atravesado CC.OO. durante su mandato, ¿se considera satisfecho con el respaldo -un 61%- que ha obtenido en el último Consejo Confederal? -Éste ha sido un consejo más que tenía la notoriedad de convocar el Congreso. Los resultados de las votaciones fueron los habituales. Yo creo que hay una mayoría muy amplia que apoya no sólo la gestión, sino también la política confederal y se va a seguir trabajando para que esto siga adelante. Pero repito que este consejo no tiene para mí más importancia que ningún otro. -Pero sí ha servido para calibrar los apoyos con los que cuenta de cara a la reelección. ¿Cree que le será suficiente? -Si yo no tuviera conciencia de que represento a la mayoría de este sindicato, no me presentaría a la reelección. De hecho, si ya he manifestado mi disposición a hacerlo, es porque me lo han pedido la mayoría de las organizaciones. -¿Por qué ha dado la sensación, desde que es secretario general, de que no ha tenido un respaldo suficiente ni de su sindicato ni de parte de la izquierda? -En este sindicato siempre ha habido corrientes minoritarias que no han estado de acuerdo con la dirección. Esto es consecuencia de que CC.OO. es un sindicato muy plural donde se acogen respetuosamente todo tipo de opiniones y donde la mayoría es la que decide. En este sentido, en los cuatro últimos cuatro años, Comisiones Obreras ha tenido actuaciones muy relevantes y, por lo tanto, actuaciones muy controvertidas que en un caso han gustado y en otro no. -Pero no es habitual romper la unidad sindical con el acuerdo de pensiones de 2001... -Ese acuerdo ha permitido que todas las pensiones crezcan, sobre todo las más bajas. El hecho de que lo firmáramos sin UGT le dio un relieve que no hubiera tenido en otro caso. Otra decisión muy controvertida fue decirles a los compañeros de UGT en 2001 que no veíamos motivos para una huelga general. Todo esto ha tenido notoriedad. Y es en esto en lo que se fija la opinión pública y no en la firma todos los años de 5.000 convenios colectivos. -¿Se arrepiente de aquellos acuerdos? -No. Yo soy una persona que está convencida de que, gobierne quien gobierne hay asuntos que hay que regular pactando. Un sindicato importante como Comisiones Obreras, cuando negocia con un gobierno haría mal en fijarse en el color del carné que lleva el presidente. Y tengo que decir que yo soy una persona de izquierdas, que nunca he votado al Partido Popular y que me gustaría que la izquierda gobernara pronto. -Después de cuatro años, ¿qué balance, en conjunto, hace de la política social y laboral que ha desarrollado el Gobierno de la mayoría absoluta de Aznar? -Nuestro país tiene un crecimiento económico y de creación de empleo superior al de los países de la Unión Europea. Pero el tipo de empleo que se está creando demuestra cierta fragilidad y ciertas faltas graves en las políticas económicas del Gobierno que siempre he denunciado. El empleo que se está creando es precario y de baja productividad. Y sometido a la lacra de la siniestralidad laboral. Esto se debe a que el Gobierno del Partido Popular, en materia económica, ha tenido otras urgencias. Yo he reclamado más inversión pública en educación, en I+D, en infraestructuras,... Ellos confían la competitividad a un recorte de las condiciones de trabajo. -Su apuesta implica subir los impuestos... -No, yo deduzco que la política fiscal del Gobierno de bajar los impuestos a los ricos mediante dos reformas del IRPF no es acertada. Lo que hay que hacer es redistribuir las cargas fiscales. España necesita más inversión pública y privada en estos factores para fomentar un modelo de competitividad basado en un incremento de la productividad del trabajo. -Tras la marcha atrás del Gobierno con el 'decretazo', ¿se ha recuperado el diálogo social? -Para nosotros, el decretazo fue el conflicto social más fuerte que hemos tenido con el Gobierno de Aznar. El Gobierno retiró todas las medidas y el clima de diálogo se restauró. Esto es positivo, pero fue muy lamentable tener que recurrir a una huelga general para hacer entrar en razón al Gobierno. -Pero en Europa se están adoptando medidas muy similares y en algunos casos más restrictivas que las que planteaba el decretazo. Estamos entrando en un época de recortes en el Estado del bienestar? -Yo creo que hay un intento de buscar la competitividad rebajando los derechos del trabajo. De todas formas, el movimiento sindical español ha tenido en el capítulo de Seguridad Social una visión anticipatoria. Pero nunca alejaremos los nubarrones de futuros decretazos si no conseguimos incrementar la productividad de cada puesto de trabajo.