Victorino Alonso controla ya una cuarta parte de la minería española

Los últimos 15 años en la minería leonesa tienen un nombre propio: el empresario leonés Victorino Alonso. Desde que a finales de la década de los 80 comenzara a hacerse presente en la cuenca Norte y en la de Fabero-Sil este ingeniero de minas, hijo y nieto de patronos mineros, ha pasado a ser el «gurú» empresarial del sector carbonero leonés. A día de hoy controla tres cuartas partes de la producción y casi la misma cifra de la plantilla del sector en la provincia y Palencia; de los 4.954 mineros que hay en León y Palencia, 3.063 pertenecen (el 61,82%) a su grupo de empresas, de los que 450 lo hacen en los grupos palentinos y 153 en Asturias. En cuanto a producción, sus minas llevan a las térmicas de Castilla y León 3,28 de los 5,03 millones de toneladas que se extraen en la comunidad, el 65,24% del total. Los datos no son menos apabullantes si se calcula su peso en la minería del carbón española; controla una cuarta parte del sector nacional: 3,34 millones de toneladas, el 26,19% de los 12,99 totales; emplea a 3.212 mineros de los 14.233 que aún quedan en España, un 22,63%. Hasta ahora sus empresas se ceñían a MSP, el gigante Uminsa y Campomanes Hermanos, con explotaciones en Asturias, León y Palencia y 2.700 mineros. En lo que va de año el Grupo Alonso ha comprado Minex, Virgilio Riesco, Carbones El Túnel, Mina Adelina y Los Compadres, todas en la cuenca del Bierzo Alto; y Coto Minero del Narcea en la cuenca Central astruriana. Fuentes del sector carbonero señalan que no es descartable que antes de fin de año pudiera cerrar la operación para adquirir Antracitas de La Granja, también en el Bierzo Alto y por la que llevaría negociando varios meses de forma infructuosa. A ello se añade la más reciente adquisición y la ampliación a Asturias de su imperio minero -región en la que ya controla Minas de Tormaleo, integrada desde hace unos años en MSP-: Coto Minero del Narcea, una empresa con 153 mineros y 119.700 toneladas anuales de producción. Al parecer, en todas estas adquisiciones ha tenido que ver bastante no sólo el interés del empresario en fortalecerse para planificar y lograr su inclusión en la reserva estratégica europea, sino el de las administraciones y los sindicatos (se asegura que en el caso asturiano el todopoderoso SOMA-UGT intervino decisivamente) para que pequeñas empresas del sector no se descompongan y creen insalvables problemas sociales en las cuencas más débiles y sensibles.