Plataforma de mujeres artistas contra la violencia de género
«El maltrato no es un tema menor, causa más víctimas que el terrorismo»
La cantante, que acudirá a León el día 26 con «Ellas dan la nota», asegura que es un «espectáculo de mujeres para toda la sociedad con el fin de sensibilizar»
Cristina del Valle se enroló a los doce años en su primera experiencia solidaria: un trabajo con niños marginados en el centro Ayora, de Valencia. Su madre, una de tantas víctimas de la violencia doméstica, está detrás de este afán de «justicia» porque «a mi no me mueve la pena, ni la limosna». «Cuando mi madre salió de su situación mi casa era como una casa de acogida para otras mujeres», explica. En 1980 se traslada a Madrid para estudiar Criminología y se incorpora a la Asociación Pro Derechos Humanos y al colectivo Codemar. Su salto al mundo de la música en 1982 con Vodevil la alejan sólo momentáneamente. En 1990 forma Amistades Peligrosas y colabora con Ayuda en Acción. Una década después impulsó la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Mujeres. Su misión: «Presionar a los políticos sumando la fuerza mediática y la sensibilización en la calle para romper el silencio que hay alrededor de la violencia». Desde entonces «no hemos parado de denunciar y de pedir una ley integral contra la violencia, hemos conocido otros países y a mujeres de otras culturas (saharauis, iraquíes y ahora a las palestinas)». «Queríamos conseguir una forma de organización que no tuviera nada que ver con las organizaciones al uso de un partido político, de una ong o de otro tipo de organizaciones sociales», añade. -¿La cultura de masas ofrece una imagen estereotipada de las relaciones hombre-mujer, del poder, que constribuye a la violencia? -Es un problema social de una magnitud increíble, cultural, arraigado en una concepción patriarcal que considera a uno de los géneros, el femenino, desigual e inferior y al que se cree con el derecho de controlar, someter, golpear y violar. El maltratador tiene un sentimiento de impunidad absoluto porque la sociedad le refuerza desde los mensajes de los medios, la publicidad, las sentencias, la benevolencia hacia el maltratador, la falta de compromiso de médicos e instituciones... Frente a otro tipo de violencia con la que hay una absoluta intolerancia, con la violencia de género hay una tolerancia implícita en la sociedad. Se considera un problema menor aunque el número de víctimas es diez veces superior a las muertes que causa el terrorismo. La democracia está inconclusa porque no ha llegado a miles de hogares españoles. No se nos puede llenar la boca con esta palabra cuando millones de mujeres están siendo agredidas, violadas, golpeadas, diariamente en sus hogares.No hay que salir fuera para espantarse de los horrores que se hacen con las mujeres porque en nuestro país se queman vivas a muchas mujeres, se las apalea y se las tortura. Nos debe hacer reflexionar porque va en aumento. -¿Qué habeis aprendido de las mujeres iraquíes y saharauis? -Algo fundamental: que las mujeres en situaciones límite son capaces de construir mundos y espacios hermosos como las saharauis en mitad de la nada. Una palabra hasaní, tuidsa , define mucho lo que hemos aprendido de ellas. Significa solidaridad entre las mujeres. Ellas trabajan juntas en todo: desde la construcción de las tiendas en los campamentos de refugiados al cuidado de los hijos. Hemos aprendido también a desprejuiciarnos, a quitarnos el velo de mujeres europeas, de pensar que estamos en posesión de la verdad. -¿Haceis un espectáculo de mujeres para mujeres o no se queda ahí la cosa? -Es un espectáculo exclusivamente de mujeres para toda la sociedad porque denuncia a toda la sociedad. Son las voces de las mujeres las que cuentan, denuncian, sonríen y cantan, pero quieren hacerlo para toda una sociedad sobre todo con el fin de sensibilizar. Lo hacemos siempre así. Cuando fuimos a Irak, fuimos con las armas de la paz, con las mismas que desembarcaremos en León que son la música, la palabra y la poesía. -¿Cómo es? -Empieza con una introducción musical muy tribal, se lee un manifiesto que explica por qué cantamos, por qué escribimos y por qué actuamos. Mientras, en el escenario una bailarina expresa con el cuerpo lo que están contando las mujeres. Luego, cada artista hace cuatro canciones y se intercalan cuadros de teatro. La parte más impresionante del espectáculo es la puesta en escena del libro Ibamos a ser reinas de Nuria Varela, fruto de la convivencia en Sevilla con mujeres de una casa de acogida. Al final entra la hija de Ana Orantes, Raquel, y homenajeamos a todas las mujeres que han muerto este año. -«Ellas dan la nota», ¿y ellos, los hombres, qué deben hacer? -Deberían de cuestionarse muchas cosas -tenemos muchos compañeros que están con nosotras en la plataforma- y deberían decirle a todos los hombres que la masculinidad no pasa por ser agresivo, violento o prepotente. La masculinidad pasa por ser un compañero, por tratar a la otra persona de igual a igual y por luchar por un mundo justo porque la violencia nos cuestiona a todos y a todas. -¿El arte debe ser militante? -Yo creo que el arte es un arma importantísima para cambiar las cosas, para evolucionar y cuestionar. Los artistas tenemos un papel importante, pero también es respetable la cultura para el ocio y la cultura para la diversión. Creo que todo tiene que convivir, pero en los momentos que estamos viviendo es necesario un compromiso del mundo de la cultura y del arte porque tenemos el privilegio de llegar a la gente y a sus sentimientos y desde ahí se pueden hacer muchas cosas. No es como las voces de los políticos que están desacreditadas, que son sospechosas de... El artista tiene el privilegio de llegar de una manera mucho más limpia al ciudadano y desde ahí podemos hacer muchas cosas. -¿Qué antídoto hay que poner a esa ilustrativa frase de «la maté porque era mía»? -Más políticas de igualdad. Solamente cuando las mujeres seamos ciudadanas de primera, tengamos los mismos derechos y la sociedad nos considere como tales acabaremos con la violencia. La violencia se ejerce contra quien se considera desigual. Mientras no haya políticas de igualdad mantendremos y alimentaremos ese desequilibrio de poder sobre el que se asienta la violencia. -La ley integral contra los malos tratos es aún una asignatura pendiente. -Es lamentable. Define mucho la sociedad y la política que tenemos. Es claramente una falta de voluntad política y de diálogo, de prepotencia frente a las organizaciones de mujeres. El PP votó negativamente el año pasado el proyecto elaborado por estas mujeres y presentado en el Congreso por el PSOE, a pesar de que en estas cuestiones el partidismo tiene que quedarse fuera. Ya no es sólo la violencia que se ejerce contra las mujeres en sus hogares, esa violencia se extiende a sus hijos y a las personas dependientes que viven en las casas. La sociedad está normalizando y siendo permisiva con la violencia.