Cerrar
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

«Soy un fabulador nato. Me llego a creer mis propias mentiras y mis propias historias. Profesionalmente, al final de 1989 dejé el periodismo y me puse a escribir por necesidad». Con estas palabras, Moure explicó a los alumnos por qué comenzó a escribir, tarea que, según el autor, no ha de hacerse ni para gustar ni para vender, sino que se trata de un «diálogo contigo mismo». «Cuando escribí este libro vivía uno de los momentos más extraños de mi vida. Vivía en un agujero, abandonado y solo. No comía, no dormía. Sólo el ordenador y yo. Mi única posibilidad de vida fue esta novela». Éstas fueron las palabras con las que Moure describió el momento de su vida en el que necesitó escribir El síndrome de Mozart , una etapa oscura y vacía en la que su única salvación fue la escritura de este libro, al que Moure define como un diario, un cuaderno. Los místicos y las drogas «Hay autores que han escrito sus mejores obras en ataques de epilepsia o consumiendo drogas. Algunas realizaron sus mejores obras encerrados en casa durante quince días rodeados de anfetas y con cuatro botellas de whisky. Las drogas ni son ni buenas ni malas, depende del uso que se haga de ellas. No importa el camino, sino el fin». Moure explicó así a los alumnos que, en algunos casos, las drogas no son malas si tienen como fin un resultado positivo. «Esa sensación de que la mente prescinda del cuerpo y se funda en la eternidad, que dan las drogas, también puede conseguirse con un violín o con una guitarra eléctrica», concluyó. Moure también comentó cómo El síndrome de Mozart llegará a las pantallas cinematográficas, aunque confesó que es difícil que el cine sea capaz de expresar ese punto subjetivo que se le ha dado a la novela impresa.