El director de Estudios de la Bolsa de Madrid considera que el 2003 es el año de la recuperación
Los reguladores animan al inversor a recuperar su confianza en la Bolsa
La CNMV potencia los sistemas para que el inversor tenga mejor información al tomar sus decisiones
Los ponentes en la conferencia anual de Morgan Stanley en León
La conferencia anual de la sociedad de valores Morgan Stanley llevó ayer de nuevo al teatro Emperador de Léon a cientos de personas interesados en conocer las previsiones de los analistas financieros para los próximos meses. Los protagonistas de la conferencia fueron en esta ocasión el director del Servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid, Domingo García, que presentó el año 2003 como el de la recuperación de la rentabilidad y la confianza en la renta variable, y la analista de la División de Inversiones de la CNMV Beatriz Migoya, que centró su intervención en presentar los mecanismos que el ente regulador del mercado pone a disposición de cualquier ciudadano, algunos de ellos novedosos, para que cuenten con la mejor información posible para tomar sus decisiones de inversión. Domingo García animó a las familias a orientar hacia la Bolsa parte de su ahorro como fórmula para equilibrar lo que considera una excesiva orientación del capital hacia los activos inmobiliarios, lo que además de concentrar demasiado el riesgo ofrece pocas alternativas en cuanto a productos. El responsable de la Bolsa de Madrid destacó en este sentido las altas rentabilidades que vuelven a ofrecer los mercados financieros, con un 20% en lo que va de año, y se refirió a la concentración de la renta variable en el grupo Bolsas y Mercados Españoles. La analista de la División de Inversores de la CNMV Beatriz Migoya, además de destacar los nuevos canales de información para el inversor -en especial a través del teléfono 902 149 200 y el rincón del inversor en la web www.cnmv.es- dio algunos consejos a los inversores, tales como tener en cuenta la situación financiera personal de cada uno, no contratar productos que no se comprenden, desconfiar de ofertas de rentabilidad desorbitadas, asegurarse de que se opera con un intermediario autorizado para ello y, sobre todo, tener siempre claro que uno mismo es el responsable final de sus inversiones, y que ningún ente regulador puede garantizar que no existirán fraudes.