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| Reportaje | Fiesta de la Inmaculada |

Un donativo tras la rejas

La Corporación municipal visitó a las Madres Concepcionistas y cantó la Salve ante la imagen de la Virgen en la plaza Mayor después de escuchar el pregón de Alfonso García

Publicado por
Nuria González - león
León

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«Las tradiciones están por encima de cualquier signo político», afirmó ayer el alcalde de León, Francisco Fernández que, acompañado por parte de la Corporación municipal acudió ayer, festividad de la Inmaculada, al convento de las Madres Concepcionistas situado en la calle La Rúa, en una visita que tiene siglos de tradición. Así, poco antes de las once de la mañana el regidor leonés y varios concejales llegaban al convento para asistir a la misa que, en honor a la virgen, celebraba esta congregación. Después de la ceremonia, la Corporación realiza una visita a las monjas de clausura que viven en el convento a quienes hacen entrega de un donativo, como cada año. La hospitalidad y el agradecimiento de las Madres Concepcionistas se mostró con el cariño con el que prepararon el aperitivo y la mistela que degustaron los munícipes. Fue el alcalde quien mantuvo una breve charla con algunas de las religiosas. Desde el convento los ediles se acercaron a la Plaza Mayor, para cumplir con la segunda de las tradiciones de este día, la lectura del pregón y el cántico de la salve ante la imagen de la Inmaculada que existe en la escalera que va de este punto a la Puerta del Sol. Miradas de esperanza En esta ocasión, bajo la hornacina de la virgen leyó el pregón el colaborador del Diario de León y coordinador del Filandón, Alfonso García, que aprovechó la ocasión para pedir el bienestar y el progreso para todos los ciudadanos y para la provincia. «Que haya luz, y pan, y amor, y miradas de esperanza en esta tierra, que los jóvenes de esta geografía fría pero hermosa y cordial encuentren en ella razones para vivir, que se borren todas las palabras que no se sientan y sólo sirvan para cumplir trámites o evitar apuros y que los más débiles sean los que más atenciones reciban», resaltó Alfonso García. Además, instó a los gobernantes a que dirijan los destinos de la ciudad sin intereses, «que quienes ejercen el poder lo hagan pensando en todos, nunca en sí mismos como finalidad inconfesable de sus actos y que quienes nos gobiernan sumen y no dividan generando parálisis de progreso e ilusiones». Bajo este rincón mágico, entrañable y majestuoso del casco antiguo de la ciudad explicó los motivos de la celebración de esta fiesta que tiene la continuación de un hecho que se remonta a mediados del siglo XVII, como es la visita del Ayuntamiento al convento de Nuestra Señora de la Concepción, heredera de una tradición relacionada con la declaración del misterio de la Inmaculada efectuada por Alejandro VII en 1629. Cuando Pio IX proclama el dogma el 8 de diciembre de 1854 se redoblan el fervor y las manifestaciones religiosas. Esta tradición tiene otra explicación procedente del día 24 de abril de 1808 cuando desde el balcón del que fuera Ayuntamiento de la ciudad, en la plaza Mayor, nació el primer grito de independiencia frente a los franceses, cuya lucha más sangrienta se materializó, una semana después en el Corral de San Guisán. García añadió que así se explica la presencia de la imagen de la Purísima que está sobre el dintel de acceso a la empinada escalera de la plaza Mayor, abierta ésta en la cerca medieval demolida en 1865.

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