Diario de León

El refugio de los sin techo de León

En pleno corazón del Barrio Húmedo, a pocos metros de quienes deciden sustituir el sueño por la diversión, pasan la noche los que hartos de estar en la calle buscan un cobijo que haga las veces del hogar que no tienen

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Elena Fernández/Ical - león

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Los denominados Centros de Baja Exigencia son espacios donde acuden personas que cuentan con una amplia experiencia en el ámbito de los servicios sociales y que en muchas ocasiones cansados de trámites, papeleos o requisitos que no pueden o quieren cumplir, únicamente aspiran a encontrar un sitio donde dormir sin tener que dar demasiadas explicaciones. En León, está función la cumple el Centro Calor y Café gestionado y financiado por varias instituciones religiosas que al margen de las acciones que desarrollan por su cuenta, colaboran conjuntamente en el mantenimiento de un inmueble que cada noche abre sus puertas para recibir a unos inquilinos que habitan durante el día las calles de la ciudad. Sacerdotes diocesanos, seglares, voluntarios, la Asociación Leonesa de Caridad, Familia Vicenciana, Capuchinos, Maristas, Jesuitas, Cáritas, Salesianos y voluntarios son los artífices de esta iniciativa que comenzó su andadura en el otoño de 2002 con el objetivo de ofrecer una asistencia básica a los indigentes. Mínimas exigencias El Centro Calor y Café acoge de noviembre a mayo, es decir durante los meses en los que las noches son más frías, a personas que no tienen que dar detalles de su vida. Las 10 plazas de las que dispone siempre han estado ocupadas por gentes a las que sólo se les exige que cumplan el horario establecido y que no consuman en su interior drogas o bebidas alcohólicas. El tiempo de estancia no tiene límite como sucede en otro tipo de establecimientos de acogida y nadie es expulsado si no comete una infracción grave. Las escasas dimensiones del local, donde sólo una sala se puede destinar a pasar la noche, han hecho que los usuarios sean sólo hombres. Como no se trata de un albergue, el centro no tiene camas sino una especie de tumbonas con colchonetas en las que se acomodan sus ocupantes a las doce de la noche. Desde las nueve pueden compartir charla, partida a las cartas o simplemente presencia delante del televisor y con un café con pastas como acompañamiento. El establecimiento cuenta con cuidadores como Óscar Rodríguez que, por turnos, pasa allí la noche. Los responsables de Calor y Café como Vicente Guillán o Luis Flórez, de Cáritas Diocesana, explican que el servicio que ofrecen es el primer peldaño de otros recursos asistenciales que existen en la ciudad y sobre los que se informa y orienta a quien lo requiera porque la meta «siempre es algo más completo». De hecho, León dispone de varias prestaciones sociales como acogida, ropero, albergue, centros de inserción y talleres. Las pasadas semanas, además de acudir al centro para pernoctar, sus ocupantes dedicaron las horas que consideraron oportunas a preparar etiquetas y carteles publicitarios por encargo de una imprenta. Un pequeño trabajo temporal que, confían, no sea el último. Entre quienes se sumaron a esta tarea está Eusebio, de 31 años, que vive en la calle y duerme en el centro desde hace cuatro semanas. Aspira a encontrar un trabajo y asegura que no conoce a la mitad de sus 10 hermanos a pesar de ser de León. Uno de sus compañeros, Modesto, palentino de 60 años, que llegó hace 22 días afirma que «por lo menos aquí estoy recogido». El más veterano es Ramón, que no ha faltado ni una noche desde que abrió el centro esta temporada y que a sus 59 años se define como «el más guapo» del grupo. Más o menos comunicativos lo cierto es que los responsables del Centro aseguran que nunca han tenido un problema serio con ninguno porque son respetuosos con las normas y a pesar de formar parte de un colectivo de riesgo su actitud es absolutamente correcta y la convivencia nocturna se desarrolla con toda tranquilidad. Una calma que contrasta con el bullicio que fuera de las paredes que habitan vive, especialmente durante las noches del fin de semana, el barrio en el que se ubican. Donde otros se divierten Dicen que a todo se acostumbra uno y debe ser cierto porque ocupar una planta baja en la zona de ocio nocturno por excelencia de la ciudad no parece el sitio idóneo para conciliar el sueño. El tránsito de gente es continuo y el bullicio se prolonga hasta altas horas. Pero de momento la salita de estar, la de descanso -que hace las veces de dormitorio-, la cocina y el baño de los que disponen resultan suficientes para pasar allí la noche. En estos días comienzan las obras de adaptación de la nueva sede que tendrá Calor y Café dentro de unos meses. Serán unas instalaciones más amplias, contarán con ducha, aseos, lavandería y dos estancias para dormir lo que permitirá la presencia de mujeres. Cambiará el espacio pero se mantendrá el espíritu de un sitio pensado y dedicado a los que encuentran en él lo más parecido al hogar que ahora no tienen. Los niños estrenan los juguetes de Reyes en las calles Algunos de las personas que se alojaron en las últimas semanas en el Centro Calor y Café del Barrio Húmedo dedicaron el tiempo y las horas muertas de la noche a preparar etiquetas y carteles publicitarios por encargo de una imprenta. Se trataba de un pequeño trabajo temporal que esperan no sea el último, algo a lo que aspiran la mayoría de los que aquí se alojan.

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