De tal palo...

A pesar de las discrepancias generacionales, padres e hijos suelen parecerse en lo fundamental: las diferencias están más en lo superficial, pero las ideas, valores y actitudes, si son firmes y convincentes, los hijos las adaptan como propias. Por eso un tipo de padre va a determinar un tipo de hijo. Ésta es una definición clásica, aunque como toda clasificación algo limitada. Hay padres... Autoritarios: son rígidos en el establecimiento de normas y valoran, por encima de todo, la obediencia. Las cosas se hacen «porque yo lo digo». Esto da lugar a hijos dependientes e irresponsables que, cuando no se sienten vigilados, aprovechan para portarse mal. Permisivos: dejan a los niños que hagan lo que quieran sin exigir nada a cambio. Suelen ser hijos inmaduros con problemas para controlar sus impulsos. Despreocupados: su actitud es la de padres muy permisivos pero sin preocuparse demasiado por ellos. Los hijos pueden tener serios problemas afectivos y de personalidad. Democráticos: dejan independencia a los hijos a partir de unas normas claras. Son flexibles y cariñosos, pero firmes cuando es necesario. Los hijos suelen ser responsables, independientes, con equilibrio emocional y menos problemas de conducta.