COLEGIO TREPALIO (TROBAJO DEL CAMINO)
Medio ambiente
Hola, me llamo Andrea Suárez Orduña, y en un pequeño resumen les voy a relatar una pequeña historia con el medio ambiente, algo triste pero con un final feliz. Hace tres meses fue mi décimo cumpleaños y como en todas las ocasiones celebro una fiesta con todos mis amigos: Marta, Lucía, Carmen, Julia, etc., etc. Toda la celebración se iba desarrollando como yo tenía previsto, lo estábamos pasando muy bien. Pero de repente un estrepitoso ruido nos dejó a todos callados de repente. Se había roto un jarrón de cristal, mi jarrón favorito. Me puso a llorar como una tonta, sin pensar ya en la celebración y mis amigos mientras recogían los trozos, asombrados por mi rara conducta. Intentamos arreglarlo pero fue imposible, se había deshecho completamente. Les expliqué a mis amigos el por qué de mi enfado, porque no entendían que por un simple jarrón me hubiese comportado así. Era un recuerdo sentimental. Me lo habían traído mis abuelos de África en su viaje de celebración de las bodas de oro. Cuando ya estaba más calmada llegó el peor momento, observé cómo mi madre pisaba el pedal del cubo de la basura y allí arrojaba mi querido jarrón. Por un instante deseé no haber celebrado el cumpleaños, ni volverlo a celebrar nunca más. Ya de regreso a mi habitación, me acordé que en el colegio nos habían hablado de la importancia de cuidar y proteger el medio ambiente y la naturaleza, y que para ello nuestro Ayuntamiento había instalado un punto limpio donde había contenedores selectivos de basura. Entonces pensé: ¿Por qué no llevar mis trozos del jarrón a un contenedor de vidrio?, quizás de esta manera se recicle el vidrio, se forme otro jarrón en otro lugar y consiga significar lo mismo para otra persona, y así evitaré que el medio ambiente se contamine y no gastar materiales para otro jarrón. Sin perder más tiempo, volví al cubo de la basura y recogí todos los trozos de cristal y los guardé en una bolsa. Al día siguiente como así había decidido me fui hasta el punto limpio y deposité todos ellos en un contenedor de vidrio a pesar de la pena que tenía conmigo. Casi todos los días me acuerdo de que el jarrón ya no estará conmigo pero si en mi corazón, y para quien lea esto que tenga en cuenta que mi jarrón no está conmigo pero sí estará con otra persona que le apreciará tanto como yo en forma de jarrón, de botella o quizá de vaso, eso ya de igual. El jarrón no ha contaminado y será útil para otra persona.