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| Reportaje | Orientación escolar |

Palabras que se atascan

Casi 800.000 personas en España se traban al hablar, lo que supone que el 2% de los adultos y el 5% de los niños pueden padecer tartamudez

La tartamudez se suele detectar entre los 2 y los 5 años

Publicado por
Ana T. Jack - redacción
León

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Contestar a una pregunta en clase, leer en voz alta o contar una simple anécdota puede provocar las crueles risotadas de los compañeros cuando el que habla tiene la peculiaridad de que tartamudea. Y no son pocos. Alrededor de 800.000 personas en España se traban cuando hablan, lo que supone el 2% de los adultos y el 5% de los niños. Pero hay muchos tópicos alrededor de este trastorno y poca información clara, lo que repercute negativamente en su tratamiento. Empecemos por unas ideas clave. La tartamudez... -Se define como interrupciones en la fluidez del habla, que se acompañan de tensión muscular, miedo y estrés. -Se inicia en la infancia, entre los 2 y los 5 años, y por lo general aparece de forma gradual, aunque también puede ser algo repentino. -La padecen muchos más hombres que mujeres, en una proporción de cuatro a uno. -Es una dificultad y no una enfermedad; por supuesto no es contagiosa ni se produce por imitación. Es involuntaria y cíclica: a veces desaparece y vuelve a aparecer. -Las personas que tartamudean son tan inteligentes como aquellas que no lo hacen. -No es un trastorno exclusivamente psicológico. -No se sabe a ciencia cierta cuáles son las causas, aunque la teoría más aceptada sugiere una interrelación entre factores biológicos, psicológicos y sociales. -Cerca del 80% de los tartamudos se recuperan antes de los 16 años y por lo menos el 60% de forma espontánea. El hecho de que su detección se realice en la mayoría de los casos entre los 2 y los 5 años debe poner en alerta a maestros y padres con el fin de intervenir cuanto antes. Sin embargo, es importante distinguir entre la tartamudez fisiológica normal que se produce dentro del proceso natural de adquisición del lenguaje y la patología, que es la que se acompaña con gestos de tensión. En este caso, lo mejor es consultarlo con un profesional cuanto antes y acordar el tratamiento. Éste suele consistir en ofrecer pautas de conducta a los padres y maestros del niño, en intervención logopédica directa cuando es necesario y en el seguimiento de su evolución.