Diario de León

Las investigaciones de la policía apuntan a minas asturianas de carbón, donde ya hay un detenido

La Guardia Civil repasa el consumo de explosivos en León antes del 11-M

El instituto armado refuerza el ya férreo control actual, donde cada cartucho debe estar contabilizado

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Juan Vázquez - león
León

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La Guardia Civil está repasando minuciosamente los movimientos de explosivos que se han producido en las explotaciones mineras y obras civiles de la provincia de León con anterioridad a los atentados del 11-M en Madrid, según ha podido saber este periódico. Aunque no existen indicios que abran ninguna sospecha sobre una procedencia leonesa de la goma dos utilizada contra los trenes, las pistas sólidas que apuntan hacia minas asturianas como el origen más probable del explosivo ha hecho que el instituto armado incremente los controles sobre los consumos de este material que se han producido en la provincia en los últimos meses. Una vez descartada prácticamente cualquier posibilidad de que la sustracción de la goma dos marca Eco y los detonadores Ecodet hayan sido sustraídos en los procesos de fabricación o transporte, las hipótesis de la investigación apuntan hacia una posible procedencia del extranjero o hacia los consumidores finales del explosivo, especialmente hacia las minas de carbón, ya que los detonadores de cobre que al parecer se utilizaron en la matanza de Madrid son dispositivos antigrisú de uso específico para la minería subterránea de carbón. Esta pudo haber sido una de las pistas que llevaron a la detención del ex-minero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, único español detenido hasta el momento por los atentados, un joven con antecedentes, retirado de la mina por problemas psíquicos, y que se da la circunstancia de que en el año 2001 ya fue investigado en relación con la aparición en Asturias de 16 cartuchos de dinamita y 94 detonadores. Más fácil en una mina interior Además de los detonadores de cobre -que circunstancialmente pueden también ser empleados en laboreos ajenos a la minería del carbón- la hipótesis de la mina subterránea se apoya en el hecho de que un hipotético hurto de explosivos sería más fácil en una explotación de este tipo que en una cantera a cielo abierto o en una obra civil. En las explotaciones exteriores, un vigilante armado especialista en explosivos tiene que certificar la recepción de los cartuchos que figuran en la guía de transporte visada por la Subdelegación del Gobierno, que se cargan todos los cartuchos en la voladura, y que el material sobrante se destruye o se almacena adecuadamente en minipolvorines blindados. Mientras, fuentes del sector señalan que el artillero de una mina subterránea de carbón normalmente está solo en el momento de cargar los barrenos, y le resultaría relativamente fácil esconder un cartucho en cada bota siempre que no sea una cantidad que redujera la voladura hasta el punto de llamar la antención. No obstante las mismas fuentes advierten que si bien este mecanismo puede servir para conseguir un par de cartuchos, no parece posible que una sola persona pudiera hacerse de este modo con los más de cien kilos de goma dos que se emplearon en los antentados de Madrid.

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