Diario de León

| Reportaje | Al galope |

La vida a lomos de un caballo

Cerca de León, en Carbajal de la Legua, existe un pequeño reino equino en el que una saga en ciernes, la familia Mirantes, transforma en arte el dominio de estos animales

Uno de los miembros de la familia Mirantes muestra su arte subido en este equino blanco

Uno de los miembros de la familia Mirantes muestra su arte subido en este equino blanco

Publicado por
Elena Fernández - león
León

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La familia Mirantes ha hecho del amor a los caballos una profesión y una forma de vida cuyos frutos comparten con quienes por admiración, curiosidad o interés por el mundo de los equinos, se acercan a ver sus espectáculos en cualquier punto de España y también fuera de nuestras fronteras. También comparten esta afición con quien acude al Centro Ecuestre situado en León para aprender a montar, domar sus propios ejemplares o disfrutar de un paseo a lomos de un animal cuya compañía ayuda a olvidar la rutina o el estrés cotidianos. Otra de las actividades que se realiza en estas instalaciones, en esta ocasión de forma desinteresada, son sesiones que sirven como terapia a niños discapacitados. Manuel Mirantes ha estado toda su vida en contacto con los caballos y lo que durante años fue una pasión compartida con los karts, se convirtió hace más de una década en dedicación exclusiva tras pasar por las manos y los conocimientos del vallisoletano Víctor Pérez. Tras este período de aprendizaje, Manuel Mirantes ha enseñado a sus tres hijos los secretos de la doma y los impresionantes ejercicios que realizan ejemplares bautizados con nombres como Santana, Gitano, Borja, Cosaco, Príncipe o Tintín. Cristina, de 23 años, Manuel, de 20, y David, de 18, son los ejemplos vivos de lo que sin duda se convertirá en una saga si mantienen y transmiten a sus descendientes la dedicación y el amor al mundo ecuestre que dejan patente a través de su buen hacer con los equinos. Esta entrega es, según el padre, algo «tan interno que si no lo sientes de verdad, lo dejas». De hecho, Manuel y David reconocen que la dedicación a los caballos «es continua, porque ellos no entienden de fiestas» y su progenitor asegura que «llegas a llorar como un perro cuando alguno está enfermo». Pueblos, ruedos y circo La familia Mirantes pasea por toda España un espectáculo de más de hora y media de duración en el que lucen sus habilidades, fruto del esfuerzo de años, varios de los 24 caballos con los que cuentan en la actualidad. Han llevado su arte con las domas clásica y vaquera, la alta escuela y el paso español, por pequeños pueblos y grandes localidades. Han llenado plazas de toros y han conseguido arrancar los aplausos de un público tan exigente en la materia como el andaluz. «Trabajas igual para todos, pero cuando oyes un aplauso, por ejemplo después de un cambio de mano que hay que ser entendido para verlo, lo valoras mucho», afirma Manuel Mirantes. Sobre el caballo los jóvenes David y Manuel se convierten en verdaderos artistas que exhiben orgullosos el resultado de innumerables horas de adiestramiento. Cada animal es diferente y unos aprenden mucho más rápido que otros, pero al final, basándose en esfuerzo, los Mirantes sacan lo mejor de cada ejemplar. «El día que se me resista alguno, lo dejo en libertad», insiste el cabeza de familia. El espectáculo incluye una cuidada puesta en escena en la que el vestuario y la música acompañan a un grupo integrado por una decena de personas. Ante la atenta mirada de los espectadores, los caballos muestran sus habilidades que no son sino el reflejo de la constancia y el esfuerzo de sus adiestradores. «El caballo no vale sólo por él mismo, sino por lo que sabe y el tiempo que le has dedicado, por eso no están en venta», explica Manuel. Tampoco faltan los imprevistos y las anécdotas. Los animales también tienen días malos y en alguna ocasión el jinete termina en el suelo aunque los espectadores, nos aseguran, reaccionan muy bien ante esos imprevistos. En verano los compromisos laborales de los Mirantes son muchos, coincidiendo con las fiestas de los pueblos. Cuando llega el frío, el trabajo continúa, pero bajo techo. El pasado invierno lo ocuparon, como en ocasiones anteriores, en la gira del Circo Italiano y acaban de regresar de Palermo. «Es otra vida, como una ciudad andante, cada semana estás en un sitio y conoces gente nueva», comenta el joven Manuel. Doma, paseos y carruajes Además del espectáculo itinerante, el Centro Ecuestre ofrece clases de equitación y doma de caballos. Aseguran que cuando la gente no ha tenido ningún contacto con los caballos es mucho más fácil enseñarles porque después de haber pasado una mala experiencia, cuesta más quitar el miedo. Los novatos van cogiendo confianza porco a y suelen aprender bastante rápido. Los niños pueden tener su primer contacto con los equinos a lomos de Maradona, el pony de tres años, el benjamín de un plantel en el que no falta un ejemplar. A la gente que recibe cursos les enseñan «a dominar un caballo, que puedan salir a dar un paseo y disfrutar». Lo que tarden en aprender depende de la decisión y la actitud de cada persona a la hora de montar. También doman animales de otras personas. «Primero enseñamos al caballo y luego a quien va a estar con él. Los caballos se entregan más fácil, las personas somos un poco más cabezonas», reconoce sonriente Manuel, quien se considera «adiestrador y artista» como su hermano David. Ambos montan a caballo desde que tenían unos seis años y han cultivado su afición y ahora dedicación de forma que disfrutan a tope lo que hacen. Talante solidario Los Mirantes viven de su trabajo y al margen de sus espectáculos, que pueden contratarse a partir de 1.500 euros, y de las actividades de doma, clases y paseo, también ofrecen un servicio de carruaje para bodas o eventos especiales. Es difícil que quien cuida y respeta a los animales no haga lo propio con las personas, y la sensibilidad del cabeza de familia, hace que los Mirantes dediquen también parte de su tiempo a atender desinteresadamente a niños discapacitados. Les enseñan cómo se cuida y prepara a los animales, y dentro del picadero, les montan en los caballos. «Suelen tener miedo pero se dejan llevar bastante bien, y se les ve muy sueltos con los animales, con confianza», nos cuenta Manuel. Su padre explica que «lo hacemos sin ayudas ni subvenciones, el que quiera que lo haga de corazón, no por dinero como algunos» y añade que «mis mejores sombreros se los he dado a ellos en los espectáculos, para satisfacción y orgullo personal». Quienes quieran contactar con el Centro Ecuestre Mirantes pueden hacerlo llamando al teléfono 987-28 40 51 o visitar la página web www.espectaculos-mirantes.com.

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