La familia de Sheila Barrero sopesa recurrir a la investigación privada
La familia de Sheila Barrero, que falleció el 25 de enero en el alto de Cerredo, entre Laciana y la localidad asturiana de Degaña, después de salir de su trabajo en Villablino, estaría dispuesta a correr con los gastos de una investigación privada si la Guardia Civil no avanza en la resolución de caso. Después de tres meses de pesquisas, los agentes destinados a la investigación de la muerte violenta de la joven asturiana no han obtenido una prueba concluyente que permita llegar a la detención del autor del disparo que terminó con la vida de Sheila Barrero. Las comandancias de León y Oviedo se hicieron cargo desde el primer momento de las investigaciones, aunque tres días después del suceso la responsabilidad recayó en un grupo especializado en casos complicados de homicidio, reprentado por agentes de la Unidad Central Operativa. El mismo grupo hizo frente a la resolución de crímenes que causaron gran alarma social en la provincia de Málaga. Su presencia permanente en Laciana y Degaña hizo presagiar a familiares y amigos de la joven asesinada una rápida resolución del hecho, debido a la consideración de expertos que avala a este tipo de investigadores. Fuentes próximas a la investigación ofertaron un mes después del crimen información relativa al avance del proceso; en unos días se llegó a dejar la detención de un sospechoso pendiente sólo del resultado de análisis de pruebas biológicas en un laboratorio. Este extremo, sin embargo, se quedó en mera conjetura. Los últimos datos que han transcendido oficiosamente sobre la instrucción del caso, judicialmente guardado bajo el secreto sumarial dictado por un juez de Cangas del Narcea, abren el abanico de indicios o posibilidades de localizar al autor o autores de la muerte de Sheila Barrero en puestos lejanos a su natal Degaña o a las localidades lacianiegas en las que contaba con amistades y conocidos. De igual forma, se podrían haber producido continuas interrupciones en el proceso de investigación de los agentes especializados destinados en el caso debido a la atención a otros hechos criminales. Casi tres meses después, la investigación se encuentra en punto muerto, según confirmaron fuentes cercanas a la misma. Ninguna de las pruebas de ADN tomadas hasta la fecha añaden luz a la tesis de poder inculpar al que los agentes del caso habían cribado como sospechoso y, según las mismas fuentes, aún faltan por analizar cientos de restos biológicos hallados en el vehículo en el que apareció muerta Sheila Barrero. La autopsia realizada a la joven tampoco aportó claridad para que los agentes discirnieran entre los móviles del crimen, aunque el pasional parece descartado.