Diario de León

Confesó que sufrió más en los funerales de las víctimas del terrorismo que en la cárcel

Barrionuevo: «Si fuera empresario, no me ocuparía de seleccionar al personal»

El ex ministro de Interior y Trabajo presentó en el Club de Prensa su libro «Procesos políticos»

Numeroso público acudió ayer a ver al ex ministro Barrionuevo

Numeroso público acudió ayer a ver al ex ministro Barrionuevo

León

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Han pasado seis años desde que salió de la cárcel, pero José Barrionuevo sigue despertando morbo y lo sabe. El que fuera ministro de Interior y Trabajo durante nueve años del Gobierno González no ahorró ayer críticas contra el funcionamiento de la justicia. Presentó su libro Procesos políticos en el Club de Prensa de Diario de León, donde ante una concurridísima sala puso en solfa el principio de presunción de inocencia. Previamente, el director del periódico, Fernando Aller, había glosado la accidentada trayectoria del hoy inspector de Trabajo. Condenado antes de ser juzgado por algunos medios de comunicación, confesó que sintió humillación al entrar en la cárcel, aunque no fuera, ni con mucho, el peor trago de su vida. «Sufría más en los funerales de las víctimas del terrorismo», confesó. Licenciado en Derecho y Periodismo, Barrionuevo aborda en su segundo libro lo que él define como «atropellos políticos disfrazados de procesos judiciales». Una obra que comenzó a escribir mientras estaba inmerso en pleno «caso de los fondos reservados», junto a algunos coimputados que acabaron acusándole. En alusión a ellos, afirmó que «si fuera empresario, no me ocuparía de seleccionar al personal». Afirmó que no era el objetivo último, «pero estaba en la trayectoria de ese disparo y me dio». En aquellos días un abogado amigo le envió una cita de Fray Luis de León, que fue procesado por la Inquisición y pasó cinco años en prisión. Comprendió entonces que su caso tenía ciertas coincidencias con el de Fray Luis, al que finalmente ha dedicado el capítulo titulado Los excesos de la prisión preventiva . El libro recupera otros procedimientos judiciales no del todo ortodoxos, como el Hernán Cortés, que duró diecisiete años y nunca llegó a resolverse; La ingratitud combativa, sobre el caso de El Empecinado; y tres personajes de distinto signo de la época de la guerra civil: Azaña, José Antonio Primo de Rivera y Grimau. «No se trata de establecer comparaciones, aunque haya similitud en los atropellos», explicó en referencia a los personajes que desfilan por su libro. Barrionuevo relató con detalle cómo su familia y él sufrieron durante años una investigación judicial y extrajudicial. «Investigaron a mi madre y a mis suegros octogenarios, a mi hermana, a mis tres hijos, a mi mujer.... Preguntaban por nosotros a los vecinos, a los comerciantes... A pesar de que la investigación determinó que no había ninguna irregularidad en mi patrimonio, me sentaron en el banquillo». El ex ministro socialista afirmó que el libro es simplemente un testimonio de unos sucesos históricos y de una peripecia personal, pero en absoluto revanchista. «Aunque algún día pueda ejercer alguna acción para restablecer la justicia, no lo haré». Explicó que padece un «complejo de capitán de barco» y que todavía hay personas que no lo han abandonado -en referencia a Rodríguez Galindo y Vaquero, que permanecen en prisión_. Citando a Azaña, pidió «paz, piedad y perdón» para ellos. Uno de Forges Para resumir su azarada experiencia con la justicia, Barrionuevo recurrió a Forges y a la viñeta de este humorista que decidió incluir en el libro. Un abogado le cuenta a un preso con larga barba que el Tribunal de La Haya ha desestimado el recurso contra el Constitucional en contra del de casación contra el Supremo... -¿Y eso qué significa?-pregunta el reo. -Que ya oficialmente usted, por más que lo niegue, es Ingrid Bergman. -Eso es kafkiano -replica el preso. -Quizá, pero ¿me firma un autógrafo? Barrionuevo dijo que, al menos, había doce elementos que se repetían en todos los procesos contra personajes «famosos», como la manipulación de la opinión pública, una campaña para descalificar y deslegitimar a la defensa, imputaciones que no se rectifican suceda lo que suceda, omitir lo bueno de la trayectoria del acusado y ensalzar lo malo, jueces dispuestos a dar cobertura a estas operaciones... y la condena ejemplar como única salida. Añadió que en el campo de la justicia «tenemos unas prácticas y hábitos que arrancan de una tradición que no es democrática».

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