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| Crónica | La Noche de San Juan |

Las hogueras de los barrios

Esta tradición, al borde de la desaparición, constituía una fiesta en los barrios de León, en ella se quemaba a San Juanín y se obsequiaba a todos los asistentes con una chocolatada

Tradicional hoguera que tenía lugar en muchos barrios de la ciudad durante la noche de San Juan

Publicado por
Pedro Fernández - león
León

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Las hogueras de San Juan era una de las tradiciones más peculiares de las fiestas de San Juan y San Pedro de León, hoy en día se encuentran al borde de su desaparición. Hace años muchos jóvenes de la ciudad esperaban ansiosos este de junio por la noche, que además constituía un acto festivo para muchos barrios de la ciudad. La hoguera se ubicaba en un solar bastante grande, un poco alejado de las viviendas, por el riesgo del fuego. Su preparación llevaba casi quince días y las tareas se dividían por grupos de trabajo. Una vez decidido donde se iba a situar, a menudo siempre era en el del año anterior, había que empezar a trabajar. Lo más importante era recoger madera, cartones, y buscar un palo grande en el que colgar a San Juanín. También, era necesario recaudar dinero con el que comprar el chocolate y los bizcochos, o galletas y de este modo obsequiar a los vecinos del barrio y a todos los que se acercasen a contemplar la hoguera. Para coger la madera un grupo por la mañana y por la tarde recorría edificios en obras, tiendas en las que se les daba jaulas de fruta, o cartones, todo esto se llevaba casi siempre a mano hasta el solar de la hoguera. Otro grupo se quedaba en este lugar cavando el hoyo, de más de un metro de profundidad, en el que se colocaría el mástil. Los trabajos se completaban con grupos de dos y tres personas que recorrían las casas del barrio pidiendo para la hoguera de San Juan, algunos daban cien, doscientas, quinientas, o cincuenta pesetas. Todos los vecinos se implicaban de lleno en su hoguera, tanto dando dinero, algunos daban madera, cartones y los talleres de coches solían dejar a los muchachos las palas y las azadas para cavar el hoyo. Eran sin duda unos días de convivencia entre los jóvenes que trabajaban en la hoguera y las gentes que habitaban estos barrios de la ciudad. El día más duro era el que se tenía que alzar el palo, antes se había hecho al tradicional San Juanín, un muñeco con un mono azul lleno de paja, con una careta y un sombrero, se le clavaba al final del mástil y todos empujaban para colocarlo en el hoyo, que se rellenaba de piedras para que no se cayera. Terminado el alzamiento del palo, los días sucesivos se rellenaba de madera y cartones, todo esto hasta casi el día de San Juan. Pero quedaba preparar el chocolate, que solía hacerse en la casa de alguno de los que participaban en la hoguera. La cantidad de chocolate era tal que para su elaboración eran varias las casas en las que se hacía, Sobre las nueve de la noche varias casas del barrio se afanaban para que el chocolate estuviese en su punto y antes de las doce de la noche ya estaba listo y los jóvenes del barrio cogían las cacerolas con el chocolate y los paquetes de bizcocho y se llevaban hasta la hoguera. El siguiente paso era la quema que se iniciaba rociando con gasolina los aledaños de la hoguera, con un palo rodeado de una tela mojado de gasolina se prendía fuego. Encendida la hoguera comenzaba la chocolatada, el momento de mayor atención era cuando el mástil se caía, poco a poco se iba consumiendo y algún atrevido se lanzaba a saltar los rescoldos En unos pocos días el intenso trabajo de los muchachos de los barrios de León se consumía en unos pocos minutos, aun así la mayoría de ellos pensaban en preparar la hoguera del próximo año. Una vez concluida los asistentes a esta fiesta y los muchachos que participaban en la hoguera se desplazaban hasta la feria, o a otros puntos de la ciudad donde continuaba la fiesta. Para muchos ese día los padres levantaban la mano en el tema de los horarios nocturnos y se podía llegar más tarde a casa, La construcción de edificios en muchas partes de la ciudad en los últimos años en León, el cambio de hábitos sociales en la juventud actual, o la falta de apoyo institucional a esta tradición han propiciado su casi desaparición de los barrios de la ciudad. En la década de los noventa por estas circunstancias esta tradición empezó a entrar en decadencia y en el momento actual apenas existe. Una pena.

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