«Nadie me va a echar por la puerta de atrás»

Que la decoración del Partido Popular en la capital leonesa no es del agrado de Fátima López Placer quedó ayer claro con tan sólo pisar la sede, sin ni siquiera hablar. Llegó escoltada por Ángel Escuredo y José Luis Suárez Pastor vestida de rosa (fuerte, no palo, aunque lo pareciera) para romper la mono gama azul de las paredes, el suelo y las molduras de todo el piso. Entró, miró a ambos lados cuando ya lo hacía de frente, con la sonrisa entretenida del ajedrecista que juega por anticipado los movimientos de la partida, y saludó a quien quiso. Sin concesiones para la galería. Se repartían sonrisas y palmadas en la espalda a granel, mientras se hacía tiempo después de haber descabezado una siesta de calor leonés, pero los gestos se medían por centímetros. Casi de inmediato, la segunda delegación berciana hizo acto de presencia, con Carlos López Riesco a la cabeza (¿cuántas marchas se pueden utilizar para subir el Manzanal?), con saludos de alcalde qué bien te veo para marcar diferencias. López Benito llevaba toda la tarde metido en la oficina, Morano rondaba las estancias en busca de ceniceros y todavía faltaba gente por llegar. La tercera oleada la capitaneó Mario Amilivia, tras el que Francisco Saurina, Ana Guada y María José Alonso pasaron para dentro, que se empezaban a sentar y no era cosa ni de estar adelante (que ahí dicen en el colegio que se ponen los pelotas), ni muy atrás, sino como dice Paco de Lucía: Entre dos aguas . Había 48 de los 54 miembros de la Ejecutiva y se procedió a cerrar la puerta para dar comienzo a la sesión poco más allá de las 18.30 horas. Como la insonorización es buena, apenas se escaparon cuatro palabras más altas que otras: tú quién eres para meniospreciarme a mí (Morano dixit). La tarde caía y desde la sala de juntas, que paradógicamente da a la calle Gregorio Pérez de Lera (primer alcalde socialista de la democracia), se veían los nubarrones de la tormenta. «Nadie me va a echar por la puerta de atrás». Cambio de decoración.