Una catedral santiaguista
El hecho de que León sea una etapa importante dentro de la Ruta Jacobea ha sido determinante de las muestras compostelanas que hoy quedan, como la Pulchra Leonina
Nada más comprometido para un leonés que hablar de su catedral. Mentores de lujo lo han hecho en todos los tiempos. Nuestra «Buena Moza» ha recibido los más encendidos piropos de poetas, artistas y visitantes. Por eso reservamos nuestra pluma, no a la elogiosa redundancia de su indiscutida belleza, sino al recuerdo amable de anécdotas y sucedidos en torno a ella. El hecho de que nuestra ciudad fuese una etapa de relieve en la Ruta Jacobea, ha sido determinante de las múltiples muestras santiaguistas que aún perduran por estas tierras: cruceros, hospitales de peregrinos, iglesias románicas, y hasta edificios civiles, como el actual Banco de Bilbao Vizcaya, que luce en sus paredes grandes cantidades de conchas simbolizando la clásica vieira del peregrino. Una catedral en el camino Es de notar que la «Pulchra Leonina» -construida en tiempos de gran fervor compostelano- tiene abundantes alusiones a esta circunstancia y hemos podido constatar que la figura del apóstol Santiago, se encuentra representada en pinturas murales, tallas de madera, imágenes pétreas, retablos y... ¡cómo no!, en el glorioso cristal de sus vidrieras. Seis finas labras de piedra, algunas maltratadas por el tiempo, se distribuyen por todos los pórticos y hasta en un sepulcro cercano a la puerta de la Gomia. La más venerada de todas ellas, no hay duda que es la que se encuentra a la derecha de la Virgen Blanca, pues así lo delata la columnilla sobre la que descansa, gastada por miles de besos peregrinos y el roce de medallas y rosarios. Tres son las tallas de madera, entre las que sobresale una del siglo XVI -según Gómez Moreno- que preside, precisamente, la magnífica capilla de Santiago, más conocida como Capilla de la Virgen del Camino, por haber sido entronizada allí modernamente. A nosotros, con todos los respetos que nos merece el señor Gómez Moreno, nos gusta más el Santiago Caballero que se encuentra en la puerta que comunica el claustro con la fachada norte de la catedral; es obra de Juan de Juni, fechada en 1538 y posee toda la fuerza y dinamismo que este artista supo dar a sus obras. Patrón de las españas Volvemos a ver al patrón de las españas en dos hermosos retablos: uno del siglo XV, trasladado a León desde Quintanilla del Olmo, y el otro, nada menos que el que preside el altar Mayor, obra cumbre del maestro Nicolás Francés. Por último, cuatro vidrieras dejan filtrar los rayos solares a través de otros tantos «Santiagos», dos de los cuales se pueden observar en el cuerpo alto, entrando por Occidente a la izquierda; otra en la citada capilla de Santiago y otra en la trasladada y popular «Batalla de Clavijo», que luce sus cromatismos en la capilla del Seminario Mayor. De esta manera, no es extraño que el día 19 de agosto de 1951, fuésemos testigos de excepción de una simbólica peregrinación por tierras leonesas, cuyo punto de partida y recepción oficial de autoridades, fue precisamente el claustro de la catedral. Presidió el acto el Ministro de Obras Públicas Conde de Vallellano, al que «escoltaban» el Arzobispo de Granada, don Balbino, y don Luis Alonso Muñoyerro, Arzobispo de Sión y leonés de las tierras de Luna. Nuestro inolvidable Odón Alonso, dirigió en esta ocasión el Orfeón de Educación y Descanso y la orquesta de Cámara. Tampoco faltó una verdadera lección histórica sobre el Camino de Santiago, en la conferencia pronunciada por el cronista oficial de la provincia, Mariano Domínguez Berrueta. El reloj de la luna y el sol Otro dato curioso de nuestra catedral, está relacionado con los relojes. La airosa torre suroeste, conocida como Torre del Reloj, lucía -hasta la reconstrucción actual- el cuadrante del artilugio que le da nombre y que fue construido en el año 1788 por Ramón Durand en la plaza de la Armería madrileña. Pero el reloj que llegó a ser verdaderamente popular entre los leoneses y que estuvo colocado en el triforio, duerme -si no ha sido retirado recientemente- despiezado en los archivos catedralicios de poca monta. Sus campanas, martillos, rueda dentada, cuadratura y manillas, comparten el polvo con viejas imágenes, planos, maquetas de andamios y púlpitos... sólo pudimos contemplar su esfera, rescatada por el arquitecto Torbado y que fue expuesta como una verdadera pieza de museo. Reloj del año 1526 Se estrenó este reloj allá por el año 1526, siendo Prior de la catedral el poeta Juan del Enzina y arquitecto titular Juan de Badajoz el «Mozo». Su coste ascendió a 110.548 maravedíes más un solar en la calle de la Canóniga Vieja. Según se puede ver aún en su estructura, el viejo reloj marcaba todas las fases de la luna y el sol, y fue el origen de la copla que los mozos leoneses cantaban en la noche de San Juan: «Vamos, niña, vamos/ Vamos a León,/ que la catedral tiene/ la luna y el sol,/ que vamos a León/». Quedaría muy incompleto este apunte sin tener un cariñoso recuerdo para la Patrona de la catedral, la bella y sonriente «Gioconda» leonesa: la Virgen Blanca, cuya airosa figura ocupó hasta no hace muchos años -la actual es una logradísima reproducción-, el parteluz del magnífico pórtico de la fachada occidental. Como dato curioso, hay que señalar que el resto de las catedrales reservan este lugar de privilegio para la imagen del Salvador, detalle que en la nuestra supo armonizarse elevando esta imagen a la cúspide del hastial o imafronte, con el brazo derecho levantado para bendecir desde las alturas a toda la ciudad de León. La Virgen Blanca fue conocida en la antigüedad por Nuestra Señora de Regla, pues los primeros Cabildos, nacidos al amparo del obispo Manrique, exigían que todos los canónigos adoptasen la regla de vida en comunidad.