Justicia para una menor
Una mujer que denunció al ex marido por abusos sexuales a su hija se opone a que el padre reanude las visitas tras ser absuelto y dice que es víctima de un error
«No quiero que mi hija sea un número más en una estadística de errores judiciales. Quiero que tenga derecho a tener una vida plena y sana». Son las palabras de C. M. G., madre de una niña de seis años, para quien en esa vida que desea para su hija no cabe el padre, su ex marido, que fue denunciado en marzo de 2002 por presuntos abusos sexuales y absuelto de este delito por la Audiencia provincial de León hace unos meses. Tras concluir el juicio, el hombre ha reclamado ante los tribunales la recuperación del derecho de visitas y el juicio ha sido señalado para la semana próxima. La joven hizo ayer un llamamiento desesperado porque «mi hija ahora está bien, está tranquila, es más sociable y no quiero que vuelva a pasar otra vez por lo mismo». Tiene el apoyo de su familia y de la oficina de errores judiciales de Los Verdes. Sin nombre ni imágenes, entre lágrimas, contó que se decidió a denunciar a su ex marido tras oir de boca su hija en varias ocasiones «una serie de conductas que son susceptibles de abuso sexual», explicó. En el juicio reconoció que sospechaba de su ex marido desde el año 2000 aunque no llegó a denunciar hasta dos años después. Sin embargo, la Audiencia Provincial manifiesta que «la inexistencia de prueba directa y objetiva en base a la cual pueda fundarse la realidad y existencia durante el período de más de un año de los abusos que se imputan al padre de la menor». La falta de unanimidad de los psicólogos a la hora de excluir que la niña «hubiera podido fabular o incluso estar influenciada por la madre -añade- vienen a ser insuficientes para concluir de forma clara y taxativa que los hechos imputados al padre son ciertos y verídicos». La sentencia tampoco considera como prueba las lesiones eritematosas y exfoliativas bulbares que padecía la menor -informe del jefe de Tocoginecología- porque no quedó claro, en el juicio oral, «que tuviera su causa, precisamente, en dichos abusos sexuales». Que el perfil de la niña sea compatible «con un cuadro de abusos sexuales» y el del padre con el de un abusador sexual es, según los juzgadores, tan sólo «una posibilidad». La Audiencia cree que los síntomas manifestados son compatibles, en cambio, «con la conflictiva separación matrimonial». Por último, el testimonio de la niña tampoco tiene crédito suficiente, pues «la pequeña edad de la niña» no significa «sin más, que todo lo que diga haya de considerarse verdadero», agrega. La mujer asegura que se separó «por malos tratos, pero retiré todas las denuncias porque me decía que si no las quitaba haría daño a la niña. Estrujaba un paquete de tabaco y me decía que así iba a quedar mi hija». Ahora, su destino está en manos de la Justicia.