Diario de León

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Un «excluido» consentido

Rodríguez de Francisco acaparó el debate, demostrando una hiperactividad que lanzó contra todos para quejarse amargamente de su situación y a la vez dejar claro su poder

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Asun G. Puente - león
León

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«Esto es una enorme paradoja que roza lo ridículo». La conclusión de De Francisco en algún momento del Pleno resume a la perfección su actitud ante el debate. Primero se quejó de no disponer de ninguna de las informaciones de los asuntos, pataleando y recriminando a diestra y siniestra que él no estaba ahí sentado por la concesión del alcalde. «Estoy aquí porque me la la gana y tengo derecho, déjelo claro -a Fernández- y erradique el chantaje». Por supuesto no olvidó cacarear al equipo de gobierno quién decanta la votación, pero lamentándose enormemente de la falta de participación. «A los dos concejales no adscritos nos están machacando, todos ustedes -en referencia a la Corporación- son pura hipocresía». Tampoco se libró de esta ira inicial contra todo y todos el comedido portavoz de la UPL. A Chamorro le llamó «mamporrero de Otero» y le acusó de estar desarrollando «la venganza de los chicos de la UPL contra el fundador». Por si fuera poco añadió: «Usted no tiene justificación, se limita a seguir órdenes, he descubierto su maldad; ¡vayánse, hombre!». El alcalde no se fue de rositas y tuvo que escuchar con desdén por parte de su ex socio: «No busque el acuerdo, si quiere se lo presto». A renglón seguido amenazó con llegar al Constitucional para denunciar la situación de él y su compañera en la Corporación. Harto ya de tanto reproche, el regidor tuvo que llamarle al orden: «Centrémonos en el debate que ocupa -el Reglamento de Participación Ciudadana-; yo concesiones ni a los míos ni a nadie, además usted tiene derecho a acudir a las comisiones». Ante la hiperactividad desplegada en todo el Pleno por De Francisco -en una actitud que pretendía llamar la atención y medir su peso ante el equipo de gobierno-, la única que pudo ponerle en su sitio fue la edil de Medio Ambiente, Rodríguez Otero, quien ante la afirmación del no adscrito de que no traía nada preparado para intervenir, le recordó que él había sido responsable de los residuos y no comprendía ahora tantas dudas. A Canuria, edil de Personal, no le gustó el tono que utilizó Saurina -enfadado porque el correo del PP llega abierto a la quinta planta y porque el alcalde se mofó de Valencia y su bastón «por estar dormido»- para defender la postura de su grupo. «Su tono bronco y agrio molesta». Claro, que por lo visto habla así desde que fue a los Agustinos y le dijeron: «Siempre alto y claro».

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