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Blanco: «Los chicos pasan una crisis de identidad que genera violencia»

León

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¿Qué le pasa a un chico que para sentirse bien necesita agredir? ¿De dónde procede una agresión tan perversa que provoca la muerte de un adolescente por el acoso de sus compañeros? Las preguntas fueron formuladas ayer por Nieves Blanco, profesora de la Universidad de Málaga, en el foro sobre educación y violencia de género que se celebra en la fundación Sierra Pambley. Blanco manifestó que la violencia en la escuela es, sobre todo, «violencia masculina», lo cual «no quiere decir que los chicos sean malos y las chicas buenas», matizó. Por el contrario, añadió, «hablar de la violencia masculina en los centros es hablar de lo que pasa, de cómo podemos entender el problema e intervenir». Una de las causas que explicarína el preocupante fenómeno, dijo, «es que los chicos varones tienen un problema de identidad y están sufriendo por ello, lo están canalizando en violencia, en comportamientos agresivos y en desapego y desinterés». Nieves Blanco considera que esta es una cuestión «muy importante» que se deriva de la ausencia de modelos masculinos válidos para ellos. «No tienen modelos y los que se les proponen (emotividad, afectos, etc.) no sólo no son suyos, sino que están desprestigiados», añadió. La profesora pidió «oidos» para este problema y exigió la implicación de los profesores (hombres) como modelos que desautoricen determinados comportamientos, pues los jóvenes «manifiestan la dificultad de reconocer la autoridad fundamentalmente con las maestras». También advirtió de que si no se interviene a tiempo, «corremos el riesgo de que las niñas también se incorporen a esta forma de relacionarse», aunque lo ve más difícil porque tienen otros modelos. El fortalecimiento de la autoestima es una vía imprescindible -subrayó- para afrontar el cambio, como también el fomento de un «tipo de cultura que no parta de la invisibilidad, que es la forma más descarnada de rechazo». En su ponencia sobre género y cultura de la violencia, Nieves Blanco constató las «reticencias y resistencias» que se producen en la escuela -hasta la ridiculización- ante las peticiones de que se nombre a hombres y mujeres en los documentos y en el trato cotidiano. «Todo lo que no se nombra no existe y el mundo es uno, pero los sexos son dos», concluyó. Visibilizar a las mujeres en la escuela y en la cultura es fundamental, añadió, para reconocer su autoridad. También abogó por «cambiar la pedagogía» -el 70% de los contenidos de los libros de Primaria son de repetición o memorización- e incorporar a la escuela la escucha, el desarrollo de la empatía y tareas que estimulen a los niños a indagar y responsabilizarse.