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No siempre que se producen tormentas y una gran descarga de agua se trata de este fenómeno

La gota fría, las lluvias torrenciales más típicas de la época otoñal

Su peligrosidad está en la gran intensidad que puede desatar en muy poco tiempo

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Ana Gil - león
León

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Con el inicio del otoño, varias zonas de la península pueden verse afectadas por lluvias torrenciales asociadas a la denominada gota fría. Según la revista Consumer, los daños que pueden provocar estas precipitaciones y el abuso que hacen los medios de comunicación del término, han propiciado una confusión entre el concepto de gota fría y el de lluvias torrenciales. Tal y como explica Consumer, una gota fría no es más que una masa de aire frío que ha quedado aislada de la circulación general en los niveles más altos de la troposfera, la capa de la atmósfera en la que tienen lugar los fenómenos meteorológicos. Esa bolsa de aire, que puede llegar a tener una extensión de cientos de kilómetros, se encuentra a bastante menos temperatura que el aire que la rodea. Cuando este fenómeno coincide con la existencia de aire cálido y húmedo en la parte de la troposfera más cercana a la superficie terrestre, se pueden desencadenar lluvias de una gran intensidad. Una borrasca es un fenómeno que consiste en que una masa de aire frío ocupa toda la troposfera. En una gota fría lo que ocurre, en cambio, es que la masa de aire frío se localiza únicamente en la parte más alta de la troposfera, mientras que en niveles más bajos puede haber, incluso, masas de aire con altas presiones. ¿Cuándo se producen las lluvias torrenciales? Las depresiones aisladas en niveles altos suelen formarse en el oeste de la península. Normalmente, la mayor parte viajan después hacia el mediterráneo por el sur. Algunas gotas frías, sin embargo, no siguen esta trayectoria habitual y se mueven por una ruta hacia el sur, pudiendo llegar a Canarias. Aunque es bastante frecuente, no siempre que una masa de aire frío queda aislada en la parte más alta de la troposfera se producen lluvias torrenciales, pues muchas de ellas pasan desapercibidas a lo largo del año. En otoño comienza a llegar, además, aire frío procedente de latitudes más altas como anticipo del invierno. Si parte de esa masa de aire se aísla y sobrevuela el aire más húmedo y cálido que hay cerca de la superficie, se genera una masa de aire muy inestable. Esa inestabilidad produce elevaciones del aire caliente y del vapor de agua que a medida que asciende pierde temperatura y se condensa. Como consecuencia de ese proceso se producen las tormentas y las precipitaciones intensas. La costa del mediterráneo, desde Cataluña a Cádiz, es la más propensa a sufrir las lluvias torrenciales asociadas al fenómeno de la gota fría. Un fenómeno peligroso La peligrosidad de la gota fría radica en que puede provocar lluvias extremadamente intensas en un intervalo corto de tiempo. El Instituto Nacional de Meteorología considera torrenciales las precipitaciones que superan los sesenta litros por metro cuadrado a la hora. Muchas de las lluvias provocadas por una gota fría superan con creces ese umbral de peligrosidad. Uno de esos casos se produjo en octubre de 1957 en la localidad alicantina de Jávea. Edorta Román, meteorólogo y director de predicciones de la empresa Sirimiri Meteoconsult, explica que esta localidad mediterránea batió el récord europeo de lluvia caída en 24 horas. "Para hacerse una idea de lo que significa este hecho hay que tener en cuenta que se llegó a alcanzar en un solo día la cantidad de lluvia que cae en un año en un lugar húmedo como Santander o Bilbao", puntualiza. Algo más cercano en el tiempo, en 1982, también en octubre, otro de esos episodios de fuertes lluvias asociadas a una gota fría originó una devastadora crecida del río Júcar y el derrumbamiento de la presa de Tous. Las aguas desbordadas arrasaron muchos municipios de la zona y provocaron 40 muertos, además de dejar a más de 300.000 personas sin hogar. En el caso de que se produzcan lluvias torrenciales y exista riesgo de inundación hay que seguir algunas recomendaciones para tratar de minimizar los daños que puede producir este fenómeno. En primer lugar, es conveniente permanecer siempre atento a las predicciones meteorológicas. Si la lluvia nos sorprende en el interior de un edificio es preciso abandonar los pisos bajos y los lugares subterráneos y desconectar la electricidad. Los conductores que se vean sorprendidos por lluvias intensas deben evitar las zonas bajas y las intersecciones de las vías de comunicación con los cauces de agua. Cuando nos veamos sorprendidos por la lluvia en el monte, es necesario ganar cota y abandonar cuanto antes rías, laderas, torrentes y, en general, todos los puntos a poca altura, en los que se pueda acumular agua. «En un día se ha llegado a alcanzar toda la lluvia que cae en un año en una zona húmeda» EDORTA ROMÁN Meteorólogo