El módulo de la refriega tenía el jueves cuarenta presos de más

Fuentes internas de la cárcel de Mansilla de las Mulas abundaron en los mensajes que a modo de advertencia secundaron la información sobre la situación conflictiva que define la vida cotidiana en el centro. Entre esa lista de avisos de riesgo facilitada desde hace meses por los sindicatos del sector de prisiones destaca el punto reservado a la masificación de los módulos. Según esas mismas fuentes, el módulo en el que se produjo la refriega durante la hora de la cena del pasado jueves contaba con 116 internos, cuando está concebido para no superar los 72 reclusos. El nivel de saturación se une a las causas que enumeran los funcionarios para clasificar la problemática que se encuentran a diario en la cárcel leonesa. La pasada semana denunciaron que se encontraban ante graves inconvenientes para controlar la norma de convivencia en el interior de la cárcel, siempre con un sector de la población reclusa de religión islámica, definida como radical en sus planteamientos. «Esta vez pudo ser por una imposición de carácter religioso; pero otras veces se trata de ejercer presión para controlar los módulos», relata un funcionario de la cárcel que recuerda que el 10 de septiembre la tragedia bordeó otro de los módulos de la cárcel, cuando un grupo de presos de ese colectivo extremista propinaron una paliza a internos de origen africano que se negaron a aceptar sus imposiciones. Los sindicatos recuerdan que la amplia relación de sucesos que aportan los distintos módulos de esta prisión es similar a la que se origina en otras macrocárceles que cuentan con un porcentaje de ocupación idéntico a la situada en el término municipal de Mansilla. Las acciones judiciales contra presos extremistas no han hecho más que adelantar su transcendencia.