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Dependiendo del lugar del cuadro al que miremos con atención veremos una expresión diferente

La Gioconda o las mil maneras de interpretar una sonrisa enigmática

Una aportación de la ciencia certifica que la sonrisa de la Gioconda es un efecto visual

La de la Gioconda ha sido siempre la más famosa de las sonrisas

Publicado por
Patricia Barciela - redacción
León

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La más famosa de las sonrisas es sin duda la de Mona Lisa, también conocida como Gioconda. El paso del tiempo no deja en el olvido un gesto que ha sido estudiado a conciencia durante siglos. De la mano de la ciencia llega una nueva aportación para comprender el intrigante gesto creado por Leonardo da Vinci allá por el Renacimiento. La idea es que la sonrisa de la Gioconda es un efecto visual. Es decir, que existe o no según cómo se mire. Si se dirige la mirada hacia los ojos de la mujer, su rostro expresa esa sonrisa inconfundible. Pero si se mira fijamente hacia la boca, la sonrisa desaparece. La científica que presentó la idea explicó que nuestros ojos tienen dos tipos de visión: la directa y la periférica. Con la directa, nos concentramos sólo en la boca de Mona Lisa. Con la periférica, percibimos el conjunto de su rostro e interpretamos un gesto sonriente. Pero vale la pena que cada uno lo pruebe, ya que no todos percibimos las cosas de la misma manera. Solemos creer que lo que vemos es un fiel reflejo del mundo externo. Pero no siempre es así. A veces, nuestra percepción del entorno hace que lo que vemos sufra cambios en sus características que no son reales; sólo son efectos visuales, o ilusiones. La diferencias entre las características de los objetos y la forma en que nosotros los vemos se relaciona con múltiples aspectos como son las formas, los colores, la claridad y el tamaño. Por eso, la relación entre el mundo exterior y la percepción no es tan clara. La realidad de nuestros ojos Nuestros ojos no reflejan únicamente la realidad. Son muchas las cosas que se ven pero no están y muchas las que están pero no se ven. Por supuesto, también existen las cosas que están y que se ven: son las que nos sirven para establecer una relación correcta con el mundo que nos rodean. Un vestido a rayas: una de las ilusiones más conocidas es el efecto visual que produce ponerse un vestido con rayas verticales. La silueta se ve más estilizada, por eso es un buen recurso para parecer más esbelto. ¿Y qué sucede si, en cambio, las rayas de la ropa son, por el contrario, horizontales? En el tren: estamos sentados dentro de un vagón en la estación. En la vía de enfrente, otro tren se prepara para partir. De pronto, comenzamos a movernos, y vemos pasar los vagones del tren de enfrente. Hasta que comprendemos que el tren que se movía en realidad era el de la vía de al lado. Hemos vivido una ilusión de movimiento. La luna que camina: es de noche, y acaba de aparecer la luna. En el cielo, algunas nubes se mueven lentamente. De repente, las nubes se ha quedado quietas, y es la luna (que antes veíamos inmóvil en el cielo) la que parece correr por encima de ellas. Es otra ilusión de movimiento. La palabra ilusión viene del latín illudere que significa burlarse. A menudo, las ilusiones se burlan del observador, confundiendo a nuestro ojos y transformando la realidad en formas extrañas y poco familiares. Las ilusiones ópticas son situaciones extremas en las que los objetos, las figuras o las imágenes sufren distorsiones de algunas de sus características, que no corresponden a deformaciones reales. Con nombre propio Maurits C. Escher: le han bautizado como el artista de la ambigüedad visual. Sus dibujos son una mezcla entre arte y ciencia que invitan a pasar los minutos desentrañando sus secretos. Escher expresa como nadie que, a veces, nuestros sentidos nos engañan y no percibimos el mundo como es, sino de una forma muy diferente. «El qu'anda cona cernada siempres s'encisna» (el que anda con fuego se quema); you ralbo y tú binas (cuando alguien repite un trabajo ya hecho) (Recogidos en Villarrodrigu d'Ordás)

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