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Pilar Casado Martín

Publicado por
Susana Vergara Pedreira - redacción
León

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Suena el silencio en la redacción. Se oye, extrañamente, el ruido de las teclas, machaconas, incesantes y hoy un poco sin sentido. Porque todos los sentidos están puestos en una ausencia. Y esa es hoy, en esta redacción, la noticia. Cruda, despiadada, dolorosa. Pilar, Maripili , Marili se ha ido. Se ha ido para no volver, ay. Cinco años y medio de lucha sin cuartel contra un cáncer genético que nunca se doblegó. Como ella, que jamás tiró la toalla. Los dos mano a mano. Ella contra el cáncer y el cáncer contra ella. Cinco años y medio de batalla que deberían haber tenido una recompensa, otro final distinto, algo más que un leve soplo de esperanza. Nunca se rindió. Ni un sólo segundo. Aprendió a vivir con la incertidumbre, con la certeza, con la sospecha. Como si sólo ella fuera tiempo. Como si ninguno de nosotros fuera más que una sucesión de segundos. El reloj se paró ayer para Pilar. Y, aunque temida, anunciada, su muerte nos pilló por sorpresa. Tantas veces salió victoriosa, tantas veces pudo su rebeldía a la de las células rebeldes, tantas veces dijeron que no y fue sí... Como ella. Indómita, libre, testaruda. Imprevisible, conversadora y vital. Qué gran contradicción. Tal vez eso, llevar la contraria, la mantuvo con vida estos últimos cinco años y medio. Porque nunca tuvo un pronóstico favorable. Nunca. Ni el primer día. Pero en estos últimos 2.005 días nos mostró su valor, su entereza, su grandeza. 2005. Las cifras, siempre las cifras. Ella, que se había vuelto tan supersticiosa. «Me operaron un 7, recaí otro 7, me dieron el alta en 7». No le gustaba el 5. No le daba estrella, decía. Tal vez por eso ha tenido que irse antes del 2005, antes de cumplir 2.007 días de lucha. Se va una mujer versada y una periodista de raza. Una comedora experta de gominolas y una compañera. Y con ella se va Max Cotilla, que jamás volverá a escribir del corazón. Se queda León sin la única voz que pedía una playa en el Bernesga. Y sin la mención semanal a Boli y a Sebi, dos expertos decantadores de Gin-Tonic. Ella casi nunca lloró. Dicen que ayer llovía sobre León.