El Jurru gana en maldad

La Villa de Alija vivió un año más el Ritual del Jurru. Una historia que, según dicen, se remonta en la noche de los tiempos, cuando las bestias, los jurrus, habitaban la tierra. El escenario: la plaza Mayor del pueblo, con el sol ya bajo. Como prólogo, música de carácter étnico y la voz del alcalde, José Antonio Prieto, que, desde el interior de la casa consistorial, dominando todo el escenario, narra la historia de la lucha entre el bien y el mal. En el jardín de la plaza se encuentra instalado, durante todo el año, el poblado jurrral: chozas de madera con techos de urces y montones de leña a los que se prenderá fuego. El Gran Jurru, el jefe de las bestias malvadas, despierta para invadir y atemorizar la villa. Primero se vale de sus tenazas y gritos para asustar al público y luego son una muchedumbre de jurrus los que corren alocadamente entre las chozas. Se encienden más hogueras, se escuchan más gritos, el público siente el amenazante abrir y cerrar de las tenazas de los diablillos cerca de su cara. Pero suena el cuerno y la villa implora el amparo de Doña Cuaresma, que abandona su retiro en la iglesia de San Verísimo, para, acompañada del pendón alijano, exigir la rendición del Gran Jurru. Desde lo alto del castillo, Doña Cuaresma presentará al Gran Birria y le ordenará la capturar a los malignos. Los birrias entablan una batalla con sus oponentes que se extiende fuera de la empalizada que rodea el poblado de jurrus. La tenazas de los malvados jurrus, pueden con los latiguillos de los birrias y parece que las huestes de la oscuridad saldrán victoriosas Pero la persistencia de los birrias termina con la resistencia y, en un combate entre los jefes de ambos bandos, el Birria Mayor y el Gran Jurru, que favorecerá al primero. El Gran Jurru, juzgado y condenado, ardió en la hoguera.