El bioquímico leonés Ramos apunta que sólo vale el desarrollo sostenible
Conseguir una legislación más estricta y completa y la colaboración de las empresas es esencial para poder reducir la contaminación, indicó ayer el profesor Juan Luis Ramos en la conferencia que pronunció en la biblioteca Azcarate. Este bioquímico, de raíces leonesas (su padre nació en Riaño), apunta que no vale un desarrollo que no sea sostenible. «El desarrollo ha de ser sostenible, no podemos tener pan para hoy y hambre para mañana, porque todo lo que nosotros generamos se queda en la tierra. Hay que alcanzar niveles que permitan compatibilizar desarrollo con cuidar la salud de las personas», subraya. Por ello, reducir las emisiones de contaminantes a la atmósfera debe ser un reto de todos. «Hay que, en la medida de lo posible, exigir que las emisiones sean mínimas, que cambien los procesos productivos y las materias primas si es necesario para conseguirlo», indica. Conocedor de la situación leonesa matiza que las centrales térmicas deberán ir sustituyendo el carbón por gas, generador de energía menos contaminante, o que las empresas deberán variar, con inversiones que en muchos casos no son tan altas, los procesos productivos para adecuarse a las exigencias medioambientales. Afirma a la vez que es absolutamente imprescindible que los científicos sean «capaces de estar un paso por delante de la sociedad y transmitir a los gobiernos las medidas necesarias para que todos los gobiernos vayan encaminados a reducir sus contaminantes», subraya. Legislación incompleta La legislación, asegura, es incompleta aún. «Es muy difícil incumplir la ley, pero cuando algo está legislado. Por ejemplo, no hay regulación sobre la emisión de arsénico, que es un cancerígeno primario», apunta. A su juicio, «la situación actual requiere que los parlamentos hagan esfuerzo para regular todos los aspectos e incidir en que las empresas lo cumplan». Su línea de trabajo, en el centro experimental dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas, se basa en la lucha biológica contra la contaminación. Él lo explica muy claro: Las bacterias tienen una actividad tan amplia que son capaces de reciclar todos y cada uno de los productos en que podamos pensar. Son capaces de eliminar petróleo, nitratos, herbicidas y convertirlos en formas inocuas. Las aplicaciones son evidentes, aunque no siempre posibles. En el caso del Prestige, precisa, el gran problema no es el vertido del petróleo, que es fácilmente degradable, sino su cantidad y la presencia de hidrocarburos que, por tener moléculas muy grandes, son difícilmente asimilables por los mecanismos que pueden recuperar la zona. Por eso, explica, llevará tiempo pero «el desastre irá disminuyendo poco a poco».