Advertir, ¿mejor que sancionar?

A las siete de la mañana empieza el operativo. Para la hora del cierre, ya casi de noche, el índice de multas está muy por debajo del habitual. No sorprende. Dos kilómetros antes del radar, un enorme luminoso advierte al conductor, y para los sensatos, sólo hay dos posibilidades, levantar el pie del acelerador o rascarse el bolsillo. «Pues aún con la advertencia, todavía habrá más de uno que caerá» sostiene el más joven de los números de la Guardia Civil que forma parte del dispositivo. Dos miembros de la Benemérita reciben a la prensa de buen grado, y al calor de la conversación, los argumentos se humanizan mucho más de lo que supone el tópico: «No nos gusta poner multas, pero si no te tocan la cartera, parece que no espabilas, y es una pena. Está comprobado que la mejor forma de concienciar a la gente es ir a donde más le duele, y de verdad que no es plato de gusto, pero peor es un accidente. Y ahí no vale con llorar después, ya no hay remedio». El fotógrafo y el técnico que controla el radar se saludan. No dejan de ser casi colegas de profesión. Dos cámaras se encargan de inmortalizar el paso del vehículo cuando se excede la velocidad: «Con esta se coge la matrícula y el coche en primer plano y con aquella, la panorámica general, para que luego no se pueda intentar evitar la multa con la excusa de no haber pasado por esa carretera ese día». Portavoz y conductor Guillermo Díez mezcla su labor de portavoz con la de conductor: «Tráfico decide cómo se hacen las campañas, y en esta, hay que advertir al conductor antes de que llegue al radar... Bueno, pues lo hacemos así. La diferencia está en que con este sistema, si el vehículo supera la velocidad establecida, se cursa la multa directamente, sin más, y en el método tradicional, hay que parar al infractor». Acaba la jornada. Mañana (hoy) se llama miércoles y hasta el día 24, quedan muchas horas y coches por pasar.