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Por aita, la solidaridad y la donación

Los hermanos Gorka y Aitor Aulestia recorren el Camino de Santiago para conmemorar los dieciocho años de la implantación de un riñón y fomentar las donaciones

Publicado por
R. Martín - león
León

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Cuando el viernes lleguen a Santiago de Compostela, Aitor y Gorka llevarán en la mente dos fechas: el 1 de enero de 2005 y el 20 de abril de 1987. La primera corresponde a la fecha de fallecimiento de su padre, Kepa Aulestia; la segunda, al día en que se hicieron uno. Ese día, Aitor, el menor que tenía entonces 28 años, recibió un riñón donado de su hermano apenas un año mayor. Terminaban así para el pequeño seis años de grave enfermedad que lo mantuvo atado a una máquina de hemodiálisis y que lo obligó a recorrer, tres días a la semana, los kilómetros que separan su Ondarroa natal de Bilbao. En bicicleta Estos dos hermanos vascos, que recorren en bicicleta el Camino de Santiago, pretenden con su gesta algo más que una peregrinación religiosa, deportiva o interior. Quieren potenciar la donación y recordar a todos los enfermos renales que, por duro que sea el camino, se puede recobrar la vida con un nuevo riñón. Aitor es el portavoz. «Hoy (por ayer) celebro, celebramos (corrige), que hace 18 años que volví a nacer», explica desde el puerto de Piedrafita. Acaba de pasar por la provincia de León de la que llevará varios recuerdos imborrables. «He pasado el peor día de mi vida; subiendo la Cruz de Ferro, con tres grados bajo cero y nevando, se me congelaban los dedos», relata. Y decir el peor día de su vida tiene gran relevancia cuando quien habla es Aitor. Apenas había cumplido los veintidós años cuando le detectaron una grave insuficiencia renal crónica, seis años de tratamiento más tarde fue cuando, su hermano, optó por donarle un riñón. La decisión no pudo ser más aceptada ya que la compatibilidad entre ambos era de 15 identidades (la máxima, hay que tener en cuenta que para un implante se aceptan de sólo tres) y el rechazo ha sido mínimo. Ahí volvió a empezar su vida. Desde el año 1987, Aitor se ha consolidado como un estupendo ciclista, campeón en los mundiales para trasplantados que se han celebrado en estos años. Practica toda una serie de deportes y reconoce que «con algún achaque, alguna pastillita más o menos» se encuentra «muy bien». La de Gorka es una historia paralela. Desde el día que cedió el riñón a su hermano no ha podido seguir el ritmo de entrenamiento que le había convertido en corredor profesional de triatlón, pero no lo lamenta. Tiene una vida completamente normal y celebra con su hermano que han llegado a la mayoría de edad como uno solo. El pasado sábado estuvieron en León y aquí se reunieron con casi ochenta miembros de la Asociación Leonesa de Enfermos Renales, Alcer. Con ellos departieron sobre la necesidad de fomentar la donación. Delfina Rico, tesorera de la asociación leonesa, recalca el importante papel que juegan estos dos vascos en su tarea: «Los enfermos se deben dar cuenta de que se puede hacer una vida casi normal tras el trasplante y que no está todo perdido tras el diagnóstico». Con toda su familia Cuando hoy lleguen a Santiago les esperara toda su familia, la asociación de enfermos renales gallega y, sobre todo, el encuentro con ellos mismos. «Han sido etapas muy duras, pero vamos bien, sin catarros, ni accidentes ni rasguños. Esto es el Camino», señala el menor de los Aulestia. En sus conchas, unas caricaturas con la cara de su padre al que estaban muy unidos y en su cuerpo una cicatriz les recordará porqué han hecho estos cientos de kilómetros. Han sido pedaladas por la solidaridad.